sábado, 4 de junio de 2016

4- Cena con académicos



4- Cena con académicos
21 de mayo
Volvió a despertarme la luz del sol atravesando las cortinas. Opté por levantarme pronto para aprovechar a mañana, a las 6:30 estaba en pie y a las 8:00 en la facultad. Me preguntaba si los sábados la gente trabajaba en la facultad o se tomarían el día libre, aunque suponía que irían a trabajar. Ya con toallas y chanclas, me atreví a probar la ducha del hotel, que me recibió con un chorro de agua aceptablemente caliente. Estaba a medio camino entre agua tibia y la temperatura casi abrasadora a la que me gusta tomar las duchas. Como comprobé más adelante, no hay dos días que salga a la misma temperatura.
Me dirigí en solitario a la cafetería, donde pedí (a base de señalar con el dedo) un bollo de pan parecido al del día anterior, una mezcla de vegetales y un batido de lo que supuse era leche, pues el envoltorio era blanco y tenía dibujada una vaca. Tenía en el centro de la tapa un orificio para introducir una pajita. Los vegetales eran lechuga, un alga de color verde oscuro ligeramente picante y zanahoria. El bollo, pese a ser idéntico en su aspecto al del pasado día, estaba relleno de una pasta parecida al chocolate, que sabía dulce, pero que no era chocolate. Por su parte, lo que había tomado como leche era más bien yogur, con un sabor ligeramente ácido. Todo estaba delicioso, el precio fueron unos 4 yuanes. En esta ocasión no tuve ningún problema en usar los palillos. Me fijé en que la gente no tiene reparos en dejar restos de comida en la mesa, como por ejemplo cáscaras de huevo (los huevos cocidos son un plato de desayuno), ya que los trabajadores del comedor limpian las mesas con un trapo a medida que la gente termina de comer. Mientras desayunaba, casi se me caen los palillos de la sorpresa al ver que, en todas las pantallas de televisión del comedor, estaban dando los dibujos animados de la Oveja Shaun. No una copia, sino los originales doblados.
De vuelta en el hotel, para recoger mi ordenador y lavarme los dientes, reparé en otro detalle curioso: los edificios aquí no tienen planta 0, sino que la planta al nivel del suelo es la 1. Esto explica por qué los ascensores de la facultad tienen números del 1 al 12. Comentándolo posteriormente con el Dr. Bi-Cheng me lo confirmó, aunque cuando le pregunté si los edificios no tenían cuarta planta lo desmintió. Es cierto que la pronunciación del número 4 es igual a la palabra “muerte” (en pinyin se pronuncia “sì”). Me preguntó si en Europa sucedía algo parecido con el número 13 y le aclaré que no, que no está asociado a otra cosa negativa, como la muerte.
Posteriormente, mientras hablábamos de los caracteres chinos, me ofreció té verde. Me mostró hojas de las variedades sin fermentar, semi-fermentada y fermentada. Probamos la semi-fermentada. Me ofreció hojas secas, que eché en una taza junto con agua caliente. El sabor es bueno. Posteriormente hablamos del carácter chino para la palabra té, que se dibuja uniendo tres caracteres: el de hierba sobre el de persona, y debajo el de madera. Se traduce como “persona en casa de hierba” y se lee “cha”. El carácter de madera (“fu”) es semejante a un pino, dos pinos paralelos forman el carácter árbol (“shu”) y con un tercer pino encima dan lugar al carácter bosque. El carácter que hay en el tejado de la facultad es el de árbol. Del mismo modo, juntando tres caracteres de persona (“ru”) se obtiene el carácter gente, o grupo, y el carácter persona junto con el carácter boca (“ko”) a la derecha significa “entrar” o “entrada” (“ruko”). Aprender caracteres no resulta demasiado complicado, lo que sí me parece difícil es asociar cada uno de ellos a su sonido correspondiente. Por no hablar de la entonación de las vocales. Aini me comentó que estuvo un año asistiendo a clases de chino antes de alcanzar el nivel de dominio que tiene ahora. Definitivamente, no es una lengua sencilla de aprender.
A las 12:00 fuimos a comer. Descubrí que el comedor tiene tres plantas, cada una de las cuales sirve distintas variedades de platos. La más exótica (y más cara, aunque por poco) es la de la tercera planta. Me serví dos rodajas (parecidas en su forma a la carne de una hamburguesa), una de color naranja y la otra morada con sémola por una de sus caras. La de color naranja era calabaza y estaba deliciosa, la morada era una variedad de patata increíblemente dulce. Además, el Dr. Bi-Cheng me preguntó si quería probar una sopa con “little shrimps”. No entendía muy bien lo que era, así que dije que sí. Resultó ser un bol inmenso con algas, pequeños camarones de color blanco (los shrimps) y una pasta blanca, parecida al ramen aunque menos consistente. Parte de la pasta estaba rellena de carne, y los pedazos rellenos tenían aspecto de cerebros blancos en miniatura. Sentadas a la mesa había dos estudiantes que no eran asiáticas. Miraron la sopa con horror y una de ellas preguntó si pensaba comérmela. “Bueno, he venido a comer cosas nuevas, de modo que sí”, repuse, tras lo cual me deseó suerte. Estaba sorprendentemente bueno. Cuando el Dr. Bi-Cheng me aclaró que el relleno no eran camarones sino carne, dije que prefería no saber más. El nombre de la sopa era “wonton”. A su vez, probé unos “needle mushrooms” del bol de sopa del Dr. Bi-Cheng, tenían buen sabor.
Por la tarde acompañamos al Prof. Alpert de compras, fuimos al mismo supermercado que el día anterior y compramos principalmente frutas. Había unas que eran enormes (del tamaño de sandías) y estaban cubiertas de espinas. Esa fruta se llama “Durian”, y posee un característico olor que resulta nauseabundo y es muy persistente. Al abrir la fruta se extraen gajos de pulpa, parecidos en su forma a muslos de pollo, de color amarillo. La textura es única, una mezcla entre plátano y queso, mientras que el sabor es ligeramente desagradable y persiste un tiempo en el paladar. Hay quien las considera un manjar, y el precio es alto. Aprendí que berenjena se dice “eggplant” en inglés. También descubrí que las hojas con las que los chinos envuelven el arroz en ocasiones especiales (como algunos festivales) son de palma. Vendían las hojas secas en la sección del arroz y también vendían el arroz ya cocinado y envuelto.
Nos detuvimos también en la sección de bebidas alcohólicas, donde muy a mi pesar no encontré Estrella Galicia. Las dos únicas cervezas europeas que vi fueron Grimbergen y Heineken. Compramos tres latas de una cerveza negra que sabía bastante bien, con un toque a cerveza alemana, aunque no recuerdo el nombre. Descubrí que las bebidas alcohólicas se denominan “yo”, la cerveza es “pi yo”, el alcohol “blanco” (que los chinos denominan vino blanco pero por su graduación se aproxima al whiskey) es “bai yo” y el vino tinto es “hong yo”. También tienen vino blanco de verdad, del que se elabora con uva, pero desconozco el nombre en pinyin. Compré una botellita del vino blanco de alta graduación (52⁰) por menos de 5 yuanes, para probarlo en un futuro. En un estante tenían bebidas importadas, pero eran mucho más caras que el resto. Había Chivas Regal, Baileys o Johnny Walker red label (este costaba 288 yuanes, unos 40 euros) entre otros.
Cumplí además una de las tareas que tenía pendientes en China: probar un huevo milenario. En la sección de huevos, había un cesto de ellos con la cáscara azulada. Recordando los huevos milenarios, pregunté si allí los vendían, y resultaron ser precisamente esos. Al explicarle el Dr. Bi-Cheng a la vendedora que yo acababa de llegar al país y que quería probar semejante exquisitez, tras reírse, buscó entre los que estaban un poco rotos alguno que pareciera entero, y me lo dio a probar. El Dr. Bi-Cheng me advirtió que se tomaban con salsa de soja, pero decidí probarlo sin aditivos. Resultó no estar tan malo como suponía, me recordó a algunos huevos cocidos que he probado. También me ofrecieron probar un huevo cocido de pato, pero este me supo mal y no conseguí terminarlo.
Aquella misma noche (o tarde, pues en China se cena cuando el sol todavía no ha empezado a ponerse) fuimos invitados a cenar a la casa del Prof. Bi-Cheng. No soy experto en asuntos de protocolo, pero creo que en este país ser invitado a la mesa de un profesor de universidad es un honor, y me lo tomé como tal. El Prof. vive en unos apartamentos propiedad de la BFU, aunque se encuentran fuera de su recinto (junto al edificio con los invernaderos). Se trata de unos apartamentos de nueva construcción, con unos jardines bien cuidados y vigilantes. Sólo para profesores de universidad, por supuesto. De hecho, durante la velada el Prof. comentó que si antes de 10 años rompía el contrato con la Universidad, tendría que devolver el piso.
El piso estaba impecable, con un suelo de madera que brillaba bajo la luz. Tuvimos que descalzarnos y ponernos unas chancletas al entrar. Mientras tomábamos unas cervezas para abrir el apetito, reparamos en un ajedrez chino que el Prof. tenía en el salón. El tablero es similar al del ajedrez europeo pero tiene algunas diferencias. Tiene nueve casillas en la dirección en la que se colocan las piezas y nueve casillas en la dirección en la que estas avanzan, siendo la casilla del medio un río. Las piezas son circulares y blancas, tienen el nombre de lo que representan escrito en un carácter chino, pero las piezas de cada color usan caracteres diferentes. Las piezas no se desplazan por las casillas sino a lo largo de las líneas. El ajedrez chino representa una conocida batalla que tuvo lugar entre los ejércitos de dos dinastías, las piezas están basadas en dicha batalla. En la primera fila, en el borde del tablero, están ordenadas de fuera hacia dentro: el carruaje, el caballero, el elefante, el consejero y una ficha que es el general. Hacia el río se colocan seis fichas que son guerreros y dos piezas que son cañones. Los cañones sólo pueden actuar si tienen una ficha de guerrero delante. Los movimientos del carruaje, el caballo y el elefante son parecidos a los de la torre, el caballo y el alfil. Algunas de las piezas no pueden retroceder una vez han cruzado el río, entonces cambia su forma de moverse. Los generales y sus consejeros se encuentran en una zona especial del tablero que simboliza el palacio, con reglas especiales de movimiento. Me encantaría aprender a jugar, parece muy interesante.
La esposa del Prof. Bi-Cheng preparó la cena, que estaba deliciosa. Cada uno de nosotros tenía un bol de arroz, los platos con la comida se distribuían por la mesa y cada uno se servía a su gusto. Había una ensalada con algas, unas diminutas croquetas de carne con verdura, tofu en salsa, coliflor asada, filetes de ternera, rodajas de un tipo de chorizo casero y varios boles con vainas cocidas de soja y guisantes. Bajamos la comida con un vino dulce chino, de sabor muy parecido al oporto. El postre consistió en gajos de sandía y melón verde. Al final de la cena bebimos varios vasos de té verde caliente, que resultó ser muy relajante.
No entraré en detalles acerca de la conversación durante la cena y posterior, salvo por uno que merece la pena comentar. El Prof. Alpert comentó el funcionamiento del sistema sanitario estadounidense, que consiste en seguros médicos ofrecidos por compañías privadas. El gobierno federal no tiene un sistema sanitario propio (salvo para los militares), pero obliga por ley a que los ciudadanos contraten un seguro sanitario. En teoría esto debería facilitar el acceso a sanidad barata y de calidad, pero en la práctica el precio es elevado y la calidad no siempre es buena. En ocasiones son las empresas quienes negocian el precio con las compañías de seguros, en lugar de los trabajadores. Yo suponía que en China tendrían un sistema parecido al español, debido a que el gobierno interviene en la economía del país, pero sin embargo el Prof. Bi-Cheng explicó que la situación en China era la misma que en EEUU, salvo por una cosa: en China no es obligatorio tener un seguro sanitario, por lo que hay gente que no tiene ninguna cobertura médica. Esto me hace valorar todavía más el sistema sanitario español, no sólo por la calidad sino por el precio. Por ejemplo, antes de venir a China tuve que ponerme dos vacunas que no están en el calendario normal de vacunación: fiebre tifoidea y hepatitis A. Llamé al centro de salud para pedir cita, tardaron dos días en conseguir una de ellas y me las pusieron sin que yo tuviera que pagar nada. No haré comentarios al respecto.

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