viernes, 17 de junio de 2016

16- Rutina, querida rutina



16- Rutina, querida rutina
2 y 3 de junio
Los últimos días no han tenido nada fuera de lo común, me he pasado la mayor parte del tiempo en el despacho leyendo y clasificando papers para mi trabajo. Es un consuelo que cuanto más me informo de la materia más interesante la encuentro, además de surgirme ideas para futuros experimentos (que por supuesto no llevaré a cabo, bien por falta de medios en mi país o por falta de tiempo en China). Me han pedido que revise un paper de un alumno de máster si tenía algo de tiempo libre, lo cual he aceptado. Aunque mi idea era comenzar a redactar algunas partes del mío el viernes, me he liado con la bibliografía. Tanto mejor, cuanta más consulte antes de empezar a escribir mejor será el resultado.
Por fin he resuelto el enigma de las larvas desaparecidas, o mejor dicho, lo han resuelto ellas solas. Tras días sin ver ninguna en el terrario, apareció de la nada un pequeño escarabajo, de caparazón negro y dorado, escalando una de las plantas. Parece que el Dr. Bi-Cheng estaba en lo cierto y los insectos simplemente estaban realizando la metamorfosis. En cuestión de horas más escarabajos han emergido (supongo que del sustrato) y la débil tregua existente entre las plantas de Alligator y sus depredadores se ha esfumado. Son buenas noticias, pues significa que ahora mismo la jardinera debe estar a rebosar de escarabajos poniendo huevos, lo cual implica que tendré las larvas suficientes para el experimento.
El menú de los últimos días ha sido bastante bueno: para desayunar, revuelto de verduras con bizcocho y sopa (un día de arroz con pollo y otro sopa de fideos redondos). Comer la sopa de arroz con los palillos me parecía imposible pero con algo de paciencia se puede hacer. La comida del jueves consistió en una pequeña hamburguesa, no estoy seguro de si el relleno era carne o clara frita de huevo, porque no encajaba con ninguna de las dos cosas, el caso es que estaba bastante buena. El viernes comí tallarines con calabacín y verduras, condimentados con varias cosas indescifrables y todo cubierto de deliciosa salsa de sésamo. La cena de ambos días consistió en arroz con tiras de calabacín y patata asada, verduras y un ala de pollo o de pato. Creo que es la primera vez que pruebo el pato, está bastante bueno, me recuerda más a la carne de conejo que a la de pollo. No recuerdo con exactitud los precios, pero los desayunos costaron menos de un euro y el resto de comidas menos de dos. El arroz con pato fue lo más caro, 10 yuanes, que siguen sin ser dos euros.
Comer un bol de arroz con palillos es tan difícil como parece, pero se puede conseguir. Varias personas me han comentado que los uso bastante bien para el poco tiempo que llevo aquí. Ahí va un pequeño tutorial. Primero, los palillos se colocan en paralelo. La idea no es agarrar la comida entre las puntas, sino entre la parte anterior. Segundo, el palillo que se apoya en el dedo gordo está inmóvil, el que se mueve es el otro. Se mueve utilizando el dedo índice y si es necesario el anular. Se hace un movimiento de pinza con ese palillo sobre el otro, intentando pillar la comida, lo cual no siempre sale a la primera. Con el arroz lo mejor es intentar juntar los palillos lo máximo posible y que la comida quede encima de ellos, como si fuera una pala. Sinceramente, encuentro mucho más práctico usar cuchillo y tenedor, no entiendo por qué ese adelanto cultural no se ha implementado aquí. Tampoco se come con pan, por lo que la mano que no sujeta los palillos no tiene apenas uso.
Probé también una nueva fruta, el lychee. La había probado alguna vez en restaurantes de comida asiática en España, pero en almíbar, no cruda. Son frutas pequeñas que se compran en racimos, la piel se desprende con facilidad y el interior es una masa consistente y de color blanco. Las frutas maduras son de color rojo por fuera, las que probé estaban un poco verdes (de color) pero por dentro estaban maduras. Cada fruta tiene en su interior una única semilla, del tamaño de una almendra. Por lo demás, compré ciruelas y pequeños melocotones. Los compañeros de departamento suelen compartir la fruta que compran, me trajeron al despacho un par de peladillos y un puñado de cerezas. Además de ser un alimento muy saludable y variado, aquí la fruta es muy barata. Tener una dieta completamente vegetariana es aquí más sencillo que en España, pero ya que me interesa probar nuevos tipos de comida, y eso incluye la carne (lástima que en Beijing no se coma perro, de veras quería probarlo), lo dejaré correr.

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