24- El negociador
17 de junio
El viernes fue un buen día. Me levanté pronto, para no
quedarme sin desayunar, y mi recompensa fue sufrir un atentado en la cafetería.
Ya lo dice el refrán: “a quien madruga, patada en los… “. Estaba en la cola
para pedir el desayuno cuando escuché que a mis espaldas a alguien se le caía
un plato de plástico al suelo. Acto seguido, una lluvia de sopa de arroz cayó
sobre los que estábamos en la cola. Fue una tontería, pero me animó la mañana.
Tras limpiarme la camisa y dejar la colada en la lavandería me dirigí a la
facultad, donde estuve trabajando hasta que llegó el Dr. Bi-Cheng. Al mediodía
fuimos juntos a almorzar, esta vez a una cafetería diferente que se encuentra
en otra parte del campus. Me explicó que hay siete cafeterías, contando las
cinco del edificio principal (yo sólo conocía tres) y dos en el otro edificio.
Comentó que había una cafetería “secreta” para musulmanes (con comida que su
religión les permite consumir) en el edificio principal, entre la primera
planta y la segunda, pero que se accede por otras escaleras. Luego hay otra en
el sótano, a la que no he ido, donde suelen comer los profesores. Mi comida
consistió en arroz con judías, carne, unas láminas de pasta y unas bolas que
sabían a gambas. Estaba muy rico, aunque le habían echado guindillas y pimienta
de Sichuan de manera bastante generosa, por lo que el arroz me terminó
abrasando la boca. Salí del comedor con la nariz moqueando.
Por la tarde el Dr. Bi-Cheng me comentó que necesitaba unos
datos de mi universidad. Dirección, nombre del “líder” y una pequeña
descripción en inglés. Los datos los saqué de la página de la UDC, que por
suerte tiene versión en inglés, y por líder supuse que se refería a Julio
Abalde, el rector. En la página correspondiente de la UDC aparecían sus datos y
una foto de tamaño grande. Desde luego, hay gente poco fotogénica y después
está ese hombre. Conste que me cae bien, falta hacía un rector de la facultad
de ciencias. De hecho, tiene el despacho enfrente de mi laboratorio en la facultad,
el de ecología. Tras darle los datos, le pregunté al Dr. Bi-Cheng para qué le
hacían falta y me comentó que eran para “un contrato”. Lleno de orgullo, le
pregunté si la BFU se disponía a hacer algún contrato de colaboración con la
UDC, a lo que me respondió “No, en realidad es por ti. Es que tu factura del
hotel es un poco cara”. Se activaron todas las alarmas en mi cabeza y una gota
de sudor resbaló por mi cogote. “¿Ah, queréis que mi universidad pague el
hotel?”. “No, no”, dijo, “es para nuestro departamento de asuntos económicos,
para que vean que hay un trato entre las universidades y consigan una rebaja
del precio”. Uffff, menudo susto me metió en el cuerpo.
Por la noche, después de cenar, dijo que me enviaría los
documentos para que les echara un ojo. Entonces llegó la gran sorpresa. El
primer archivo que abrí se titulaba “Memorandum de acuerdo de cooperación e
intercambio de investigadores entre la Beijing Forestry University, República
del Pueblo de China, y la Universidad de A Coruña, España”. Pues sí, resultó
ser un acuerdo en toda regla, para el intercambio de alumnos y profesores a lo
largo de tres años entre las dos universidades. Tenía un aspecto muy prometedor
y los puntos estaban claros, al menos los referentes a la BFU. Por ejemplo, los
requisitos de alumnos de la BFU para estudiar en la UDC estaban bastante
incompletos, cosa que es normal. Conseguí un documento en inglés con los
requisitos para estudiantes internacionales (tarjeta sanitaria, seguro de
accidentes, copia del pasaporte, visado en regla si fuera necesario… esas
cosas) y se lo envié al Dr. Bi-Cheng. Al final de cada documento había un
espacio para las firmas de las autoridades correspondientes. Me tocó la tarea
de rellenar los datos de la oficina de relaciones internacionales de la UDC,
poner la dirección de las facultades correspondientes y corregir el nombre de
mi departamento (que no es el departamento de ecología, sino el de “biología
animal, biología vegetal y ecología”).
Que conste que me pareció triste. Me pareció triste el hecho
y el tener que explicarlo varias veces para que el Dr. Bi-Cheng lo entendiera
(porque luego tenía que traducir los documentos al chino, así que los términos
debían estar claros). Aquí en China cada departamento es una facultad y tiene
su edificio y su decano correspondiente. Una Universidad es un conjunto de
departamentos de un área común. Por ejemplo, la “school of nature conervation”,
la “school of wetland science” y la “school of forestal conservation” forman
parte de la BFU y actúan como unidades independientes. Nosotros en la UDC
tenemos tres áreas diferentes metidas en un mismo departamento, varios
departamentos en un edificio y este actúa como unidad dentro de la Universidad.
Cuando me preguntó por el “líder” se refería al decano de la “school of
ecology”. Le tuve que explicar que ni hay un departamento (sólo) de ecología,
ni tenemos un decano, sino que la “school of science” tiene un decano.
Luego uno se pregunta por qué los investigadores se van al
extranjero en lugar de quedarse a trabajar en España, si tenemos universidades.
Claro, eso te lo preguntas mientras estás en España, pero en cuanto pruebas el
jamón de jabugo no quieres volver a comer bocadillo de mortadela. Desde la
ventana de mi despacho se ve un edificio que están construyendo, para una
residencia de estudiantes. Simplemente contando las habitaciones de la cara
exterior, a cuatro alumnos por habitación (aquí lo normal son 4 o 6), salen más
de 5.000 plazas. En Coruña la gente se tiene que buscar pisos en el centro y
pelearse por una beca de autobús urbano. Vale, vivir 6 personas en una
habitación tampoco es una buena solución, pero se podría encontrar un punto
intermedio entre vivir hacinados dentro del campus o vivir en el centro de la
ciudad. A saber, igual el edificio que están construyendo es para habitaciones
dobles, porque con el tamaño que tiene bien podría alojar a la mitad de
estudiantes del campus.
Dejando de lado estas reflexiones estériles, terminé de
corregir los documentos esa misma noche y se los reenvié al Dr. Bi-Cheng. Mi
principal colaboración fue cambiar las siglas UAC (Universidad de A Coruña) por
UDC en casi todas las hojas de los documentos. Los espíritus de generaciones de
gallegos ofendidos pueden regresar a su descanso eterno una vez enmendado el
agravio. Eso y corregir el nombre de mi departamento, poner los datos de la
oficina de relaciones internacionales (que no están en inglés en su web) así
como su dirección (que no está en la web, pues “Campus de Elviña” no es una
dirección de correo) y otros detalles menores. Estaría bien que se firmara el
acuerdo, la verdad, sería una oportunidad para que otros estudiantes de
doctorado vinieran a realizar estancias aquí. Desde luego, fue una grata
sorpresa ser el primer español que se entera de la existencia de este acuerdo.
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