viernes, 24 de junio de 2016

24- El negociador.



24- El negociador
17 de junio
El viernes fue un buen día. Me levanté pronto, para no quedarme sin desayunar, y mi recompensa fue sufrir un atentado en la cafetería. Ya lo dice el refrán: “a quien madruga, patada en los… “. Estaba en la cola para pedir el desayuno cuando escuché que a mis espaldas a alguien se le caía un plato de plástico al suelo. Acto seguido, una lluvia de sopa de arroz cayó sobre los que estábamos en la cola. Fue una tontería, pero me animó la mañana. Tras limpiarme la camisa y dejar la colada en la lavandería me dirigí a la facultad, donde estuve trabajando hasta que llegó el Dr. Bi-Cheng. Al mediodía fuimos juntos a almorzar, esta vez a una cafetería diferente que se encuentra en otra parte del campus. Me explicó que hay siete cafeterías, contando las cinco del edificio principal (yo sólo conocía tres) y dos en el otro edificio. Comentó que había una cafetería “secreta” para musulmanes (con comida que su religión les permite consumir) en el edificio principal, entre la primera planta y la segunda, pero que se accede por otras escaleras. Luego hay otra en el sótano, a la que no he ido, donde suelen comer los profesores. Mi comida consistió en arroz con judías, carne, unas láminas de pasta y unas bolas que sabían a gambas. Estaba muy rico, aunque le habían echado guindillas y pimienta de Sichuan de manera bastante generosa, por lo que el arroz me terminó abrasando la boca. Salí del comedor con la nariz moqueando.
Por la tarde el Dr. Bi-Cheng me comentó que necesitaba unos datos de mi universidad. Dirección, nombre del “líder” y una pequeña descripción en inglés. Los datos los saqué de la página de la UDC, que por suerte tiene versión en inglés, y por líder supuse que se refería a Julio Abalde, el rector. En la página correspondiente de la UDC aparecían sus datos y una foto de tamaño grande. Desde luego, hay gente poco fotogénica y después está ese hombre. Conste que me cae bien, falta hacía un rector de la facultad de ciencias. De hecho, tiene el despacho enfrente de mi laboratorio en la facultad, el de ecología. Tras darle los datos, le pregunté al Dr. Bi-Cheng para qué le hacían falta y me comentó que eran para “un contrato”. Lleno de orgullo, le pregunté si la BFU se disponía a hacer algún contrato de colaboración con la UDC, a lo que me respondió “No, en realidad es por ti. Es que tu factura del hotel es un poco cara”. Se activaron todas las alarmas en mi cabeza y una gota de sudor resbaló por mi cogote. “¿Ah, queréis que mi universidad pague el hotel?”. “No, no”, dijo, “es para nuestro departamento de asuntos económicos, para que vean que hay un trato entre las universidades y consigan una rebaja del precio”. Uffff, menudo susto me metió en el cuerpo.
Por la noche, después de cenar, dijo que me enviaría los documentos para que les echara un ojo. Entonces llegó la gran sorpresa. El primer archivo que abrí se titulaba “Memorandum de acuerdo de cooperación e intercambio de investigadores entre la Beijing Forestry University, República del Pueblo de China, y la Universidad de A Coruña, España”. Pues sí, resultó ser un acuerdo en toda regla, para el intercambio de alumnos y profesores a lo largo de tres años entre las dos universidades. Tenía un aspecto muy prometedor y los puntos estaban claros, al menos los referentes a la BFU. Por ejemplo, los requisitos de alumnos de la BFU para estudiar en la UDC estaban bastante incompletos, cosa que es normal. Conseguí un documento en inglés con los requisitos para estudiantes internacionales (tarjeta sanitaria, seguro de accidentes, copia del pasaporte, visado en regla si fuera necesario… esas cosas) y se lo envié al Dr. Bi-Cheng. Al final de cada documento había un espacio para las firmas de las autoridades correspondientes. Me tocó la tarea de rellenar los datos de la oficina de relaciones internacionales de la UDC, poner la dirección de las facultades correspondientes y corregir el nombre de mi departamento (que no es el departamento de ecología, sino el de “biología animal, biología vegetal y ecología”).
Que conste que me pareció triste. Me pareció triste el hecho y el tener que explicarlo varias veces para que el Dr. Bi-Cheng lo entendiera (porque luego tenía que traducir los documentos al chino, así que los términos debían estar claros). Aquí en China cada departamento es una facultad y tiene su edificio y su decano correspondiente. Una Universidad es un conjunto de departamentos de un área común. Por ejemplo, la “school of nature conervation”, la “school of wetland science” y la “school of forestal conservation” forman parte de la BFU y actúan como unidades independientes. Nosotros en la UDC tenemos tres áreas diferentes metidas en un mismo departamento, varios departamentos en un edificio y este actúa como unidad dentro de la Universidad. Cuando me preguntó por el “líder” se refería al decano de la “school of ecology”. Le tuve que explicar que ni hay un departamento (sólo) de ecología, ni tenemos un decano, sino que la “school of science” tiene un decano.
Luego uno se pregunta por qué los investigadores se van al extranjero en lugar de quedarse a trabajar en España, si tenemos universidades. Claro, eso te lo preguntas mientras estás en España, pero en cuanto pruebas el jamón de jabugo no quieres volver a comer bocadillo de mortadela. Desde la ventana de mi despacho se ve un edificio que están construyendo, para una residencia de estudiantes. Simplemente contando las habitaciones de la cara exterior, a cuatro alumnos por habitación (aquí lo normal son 4 o 6), salen más de 5.000 plazas. En Coruña la gente se tiene que buscar pisos en el centro y pelearse por una beca de autobús urbano. Vale, vivir 6 personas en una habitación tampoco es una buena solución, pero se podría encontrar un punto intermedio entre vivir hacinados dentro del campus o vivir en el centro de la ciudad. A saber, igual el edificio que están construyendo es para habitaciones dobles, porque con el tamaño que tiene bien podría alojar a la mitad de estudiantes del campus.
Dejando de lado estas reflexiones estériles, terminé de corregir los documentos esa misma noche y se los reenvié al Dr. Bi-Cheng. Mi principal colaboración fue cambiar las siglas UAC (Universidad de A Coruña) por UDC en casi todas las hojas de los documentos. Los espíritus de generaciones de gallegos ofendidos pueden regresar a su descanso eterno una vez enmendado el agravio. Eso y corregir el nombre de mi departamento, poner los datos de la oficina de relaciones internacionales (que no están en inglés en su web) así como su dirección (que no está en la web, pues “Campus de Elviña” no es una dirección de correo) y otros detalles menores. Estaría bien que se firmara el acuerdo, la verdad, sería una oportunidad para que otros estudiantes de doctorado vinieran a realizar estancias aquí. Desde luego, fue una grata sorpresa ser el primer español que se entera de la existencia de este acuerdo.

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