martes, 21 de junio de 2016

19- Dragon boat



19- Dragon boat
9 de junio
El quinto día del quinto mes del calendario lunar se celebra en China el festival del Dragon Boat (cada año cae en una fecha diferente, porque el calendario lunar no se ajusta exactamente al solar). El origen de la fiesta es histórico y basado (al menos parcialmente) en hechos reales. Hubo una vez un ministro de un reino chino que se opuso a una alianza entre su reino y otro, por lo que cayó en desgracia y tuvo que exiliarse fuera de la capital. Pasó muchos años componiendo poesía, hasta que un día el reino con el que se había formado la alianza la rompió e invadió la capital. En un ataque de desesperación, el antiguo ministro decidió matarse arrojándose a un río. Los pescadores, que le tenían un gran aprecio, cogieron sus barcas e intentaron rescatarlo, pero fue inútil. Tras eso, decidieron arrojar bolas de arroz al agua para que los peces se comieran el arroz en lugar del cuerpo del difunto. La parte histórica y auténtica, como mínimo, es que el ministro existió, ya que sus poemas todavía se conservan. De la fábula surgen las dos tradiciones del festival del Dragon Boat: que barcos adornados como si fuesen dragones realicen carreras y comer bolas de arroz (las que probé el día anterior, que estaban envueltas en hojas de palma).
No tenía nada mejor que hacer que ir a la facultad a trabajar, pues ir a hacer turismo en solitario no me pareció prudente. Me sorprendió no tanto que la facultad estuviera llena de gente como que el Dr. Bi-Cheng no apareciera hasta la tarde. Mi habilidad avanzada para señalar con el dedo índice me permitió desenvolverme sin problemas a la hora de pedir la comida, que consistió en arroz mezclado con verduras y carne sin determinar. El resto de la tarde fue bastante monótona, hasta que llegó la hora de la cena.
A eso de las 18:00 nos dirigimos al restaurante que ha debajo de mi hotel. Estoy acostumbrado a que ese tipo de restaurantes en España sean cutres, pero claro, aquí no son imitaciones de restaurantes chinos sino restaurantes de verdad. Nos dirigimos a un reservado en las entrañas del edificio, que es más grande de lo que me había parecido en mi primera cena  allí. Los invitados eran los profesores Fei-Hai y Alpert, la mujer y la hija del Prof. Fei-Hai, dos alumnos de doctorado de este, el Dr. Bi-Cheng y yo. Sospecho que uno de los alumnos había consumido algo raro antes de la cena, pues no dejaba de taparse la nariz con la mano mientras hablaba y no controlaba bien la voz, o la alzaba mucho o hablaba muy rápido. Además, se marchó cuando todavía estaban sirviendo platos. Fue de lo más extraño.
Quedó confirmado que en los restaurantes de China puedes traer cosas de fuera: antes incluso de pedir la cena el Prof. Alpert puso sobre la mesa todas las cervezas negras que le quedaban. Era una mesa redonda con una plataforma de cristal, lo cual facilita ir comiendo de los distintos platos que se sirven. La carta del menú era bastante amplia, tenía más de 100 páginas. Nos sirvieron en primer lugar té verde caliente y unas cervezas rubias para los que no bebían cerveza negra. Los platos, por orden de llegada, fueron: calabacines diminutos todavía con su flor; una extraña verdura con almendras; una olla caliente de guindillas, bacon, coliflor y pimientos; unas tiras enormes de seta (de esas que no sabes si es carne, tofu o seta hasta que las pruebas) con guindillas; puré de patatas con salsa dulce; tiras de carne de cerdo con setas; un bol con enormes de tiras de gelatina; hígado de pato caramelizado; una fuente de suculentas costillas de cordero y el aclamado pato a la pekinesa, que era precisamente la especialidad del local. Trajeron además bolas de arroz con dátiles, supongo que por ser la festividad del Dragon Boat, y de postre un hojaldre de calabacín junto con galletas de maíz.
Estaba todo delicioso, especialmente los platos que llevaban setas. El hígado de pato sabía parecido al de cerdo, pero era más tierno y el toque de caramelo le sentaba bien. Las costillas de cordero, que eran muy alargadas pero por lo demás idénticas al churrasco, intenté comerlas con palillos pero me resultó imposible. Había que sujetar la costilla con una mano mientras con la otra se hacía palanca con los palillos para separar la carne del hueso. Luego descubrí que se comían con las manos, lo cual me facilitó el trabajo. La carne estaba jugosa,  muy condimentada. Pero sin duda lo más delicioso de la noche fue el pato a la pekinesa. Primero había que servirse en el plato una especie de oblea grande y maleable. Luego se añadían tiras de carne de pato junto con cebolla y calabacín, todo mojado en salsa. La carne de pato estaba asada en su punto justo, la piel estaba dorada pero se deshacía en la boca. Una vez servido, se enrollaba la oblea y se comía con las manos. Cuando se terminaron las obleas simplemente lo comimos con palillos. La carne además de tierna era muy dulce, se trata de patos especialmente criados para ser cocinados siguiendo esa receta.
Tras esa cena digna de un rey, pidieron una botella de vino blanco. Aquí por vino blanco se entiende bebida destilada de alta graduación. Al descubrir que la cerveza de 10 grados sabía a agua, me esperaba que el vino blanco también fuera suave, pero encontré que los 50 grados que anuncia la botella son de verdad. El sabor era dulce y tenía un retrogusto difícil de clasificar, pero el intenso sabor a alcohol predominaba sobre lo demás. Terminamos la botella mientras picoteábamos los restos de comida que quedaban en los platos. Cuando llegó la hora de irse, pidieron unos tuppers y bolsas para guardar las sobras, incluyendo la mitad de las costillas del cordero. En España no es común de ver, pero aquí sí.
Mientras regresaba a la facultad un trueno retumbó en el cielo, acto seguido comenzó a llover. Aquí cuando hace sol el calor resulta sofocante, mientras que cuando llueve lo hace con fuerza. El tiempo tiene contrastes repentinos e impredecibles. Por la noche, tumbado en la cama del hotel mientras escribía, contemplaba a través de la ventana el cielo, que a ratos se ponía completamente blanco debido a largas sucesiones de relámpagos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario