jueves, 9 de junio de 2016

13-Jardín botánico 2, el retorno del biólogo



13- Jardín botánico 2, el retorno del biólogo
El día comenzó bien, pues no tuvimos que madrugar. Nos levantamos a las 8:30 y a las 10:15 ya habíamos desayunado y estábamos en la puerta del hotel. Mi desayuno fue el mismo que el del día anterior, cereales con leche y café, pues no me apetecía experimentar cosas nuevas después de mi aventura en la estación de tren. Nos dirigimos de nuevo al jardín botánico de Wuhan, en esta ocasión para recoger muestras de la especie nativa que se alimenta de Alligator, Cassida piperata, que recibe el apropiado nombre común de “escarabajo tortuga” por su aspecto. Al igual que Agasicles, este escarabajo tiene la costumbre de dar saltos, pudiendo también volar, por lo que capturar insectos adultos es una tarea harto difícil.
Un par de cosas llamativas de los taxis en China: suelen llevar encendidas una emisora de radio y un teléfono móvil por el que reciben mensajes, algunos hasta tienen dos. No se cortan a la hora de hablar por el móvil mientras conducen, usar la emisora o incluso fumar. Raro es que usen el cinturón de seguridad y, como ya he mencionado en el segundo capítulo, los asientos de detrás tienen cinturones pero no dónde engancharlos. Para ir del punto A al B, no hay dos taxistas que vayan por el mismo camino, ya que dependiendo de la hora del día algunas carreteras están colapsadas y es conveniente dar un pequeño rodeo. Sin embargo, el precio por realizar el mismo trayecto es similar. En ocasiones conducen de manera un tanto brusca, pero lo mejor es relajarse, pensar que llevan años haciendo ese trabajo y tratar de ignorar a los autobuses y camiones que constantemente amenazan con embestir alguno de los laterales.
Antes de entrar en el jardín botánico regresamos a las huertas que había en las proximidades. Nuevamente, no encontramos ni rastro de Agasicles, ni tampoco de larvas de Cassida, así que decidimos ir a tiro fijo y entrar en el jardín botánico. Antes de hacerlo, el Dr. Bi-Cheng se detuvo a comprar el almuerzo en una tienda que había a la entrada. Comimos unos helados que por fuera eran de color verde y por dentro de color rosa, con unas bolitas que creo que eran habas rojas. Era refrescante y sabía bastante bien. Una vez dentro de las instalaciones, nos dirigimos en primer lugar a la zona done habíamos encontrado el mayor número de larvas durante la visita anterior. Quiso la fortuna que comenzáramos el muestro debajo de un árbol con una colmena de abejas, pero pareció que nuestra presencia no les incomodaba.
Hicimos un descubrimiento peculiar y para el cual no encontramos ninguna explicación: en una zona de prado con Alligator había huevos de escarabajo en las plantas pero no había larvas, mientras que en otra zona alejada unos 10 metros había gran cantidad de larvas pero ni un solo huevo. Los huevos se veían a simple vista en la cara superior de las hojas, cubiertos por una capa protectora de color blanco. Las larvas, sin embargo, se ocultaban en la cara inferior y su color les permitía camuflarse bien (si buscáis una foto en google os morís de amor, son preciosas). Lo que las delataba eran los mordiscos que dejaban en las hojas, pues en cada planta con hojas mordisqueadas había una larva. Recogimos plantas tanto con huevos como con larvas y llenamos varias bolsas. Mientras revisaba una de las plantas, reparé en un diente de león adherido en la cara inferior de una hoja. Estaba a punto de soltar la planta cuando una duda me asaltó: “¿Por qué está pegado a la cara inferior? Si por aquí cerca ni siquiera hay dientes de león”. Soplé a aquella cosa y debajo de la pelusa blanca acerté a ver un cuerpecito diminuto, parecido al de una araña regordeta, de un color blanco-azulado y con pequeñas patitas. Un camuflaje muy logrado.
Nos dirigimos a continuación a las proximidades del lago, donde recogimos tanto larvas como huevos de otra población. El Dr. Bi-Cheng tomaba nota de las coordenadas GPS de los muestreos gracias a su teléfono. Buscando un tercer punto donde recoger insectos, para tener un conjunto homogéneo, recorrimos zonas del jardín botánico que no habíamos visto en la anterior visita. Algunos paisajes eran espectaculares. Había una especie de gimnosperma que podía crecer bien sobre suelo seco o bien sobresaliendo de lagunas. Sus hojas eran escualiformes y caían como las de un sauce llorón, tenía unas piñas redondas de un par de centímetros. El Dr. Bi-Cheng comentó que era una especie nativa, rara de ver en otros lugares. Yo desde luego nunca había visto un pino sobresaliendo del agua. Bueno, no esa clase de pino. Recogí un par de piñas, tanto verdes como secas.
Nuestra búsqueda se volvió infructuosa y estuvimos casi una hora sin ver apea plantas de Alligator, las que encontramos no presentaban rastro de mordiscos en las hojas. Al pasar por un bosquecillo donde había mesas de piedra, propuse hacer una parada para almorzar, pues eran casi las 12:00. Lo que el Dr. Bi-Cheng había comprado a la entrada fue: unas salchichas diminutas en forma de pera, de carne de pollo con granos de maíz, que sabían muy dulces, y un paquete de galletas fritas de arroz, que estaba caramelizadas por fuera y tenían un sabor agradable. Teníamos para beber dos botellines de té verde. Imaginé que sería como el Nestea, simplemente dulce, pero este era té verde de verdad embotellado. Mientras dabas un trago sabía dulce, al parar notabas un regusto amargo y por último, durante un momento, tenías en la boca el sabor intenso de una flor de camomila.
Tras parar a comer retomamos la búsqueda, que continuó igual de infructuosa que antes. El Dr. Bi-Cheng estaba empeñado en encontrar una tercera población del insecto. Lo que sí hallamos fue otra cosa sorprendente: en el jardín botánico hay varias instalaciones de investigación, que realizan trabajos de forma autónoma, y descubrimos un invernadero con macetas, en las cuales había plantado Alligator. Más aún, estaban rodeadas de malla, por lo que debían estar investigando los efectos de algún insecto sobre las plantas. El diseño se asemejaba un tanto al de nuestro experimento. Decía Bertrand Rusell “Si usted tiene una manzana y yo tengo otra, al intercambiarlas cada uno sigue teniendo una manzana. Pero si usted tiene una idea y yo otra, al intercambiarlas cada uno tendrá dos ideas”. Con esto en mente, sacamos fotografías a todo cuanto pudiera ser aprovechable para nuestro experimento. No había ningún investigador en las proximidades al que pudiéramos informar de nuestros puntos de vista en la materia, de modo que nos saltamos esa parte.
Optamos finalmente por coger la última población enfrente al edificio principal del jardín botánico, donde se encuentran las orquídeas. Recogimos las muestras con bastante discreción, pues no habíamos pedido formalmente permiso para hacerlo. De cualquier modo, estábamos retirando individuos de una especie invasora peligrosa de un jardín botánico con plantas acuáticas, deberían agradecérnoslo. Al salir del jardín botánico el Dr. Bi-Cheng llamó a un taxi utilizando una app de su móvil. En el hotel siempre hay taxis, y ya que tenía que dejarnos en el propio hotel, el taxista no bajó la bandera hasta que nos recogió. Muy amable por su parte.
Llegamos al hotel pasadas las 15:00 y me di una buena ducha. Las siguientes horas las pasamos en la habitación, sin gran cosa que hacer, hasta que a las 17:30 el Prof. Wan llegó al hotel y fuimos juntos a cenar. Regresamos a World City, para variar, aunque esta vez no degustamos comida china, sino japonesa. Entramos en un restaurante decorado al estilo de Hollywood, con fotografías de actores y actrices famosos en las sillas. El estilo de la cocina era lo que se conoce como Teppanyaki. Las mesas eran semicirculares y tenían en el medio una plancha metálica, tras la cual se situaba un chef y cocinaba los alimentos. Los platos fueron: langostinos, filete de pescado, un marisco parecido a las vieiras (aunque la concha era más pequeña y aplanada, y la carne era toda blanca), lechuga (asada sin condimentos, no sabía demasiado bien), lo que debían ser rodajas de riñón acompañadas de pimientos y cebolla; y finalmente unos filetes asados y cortados en cubos. Estaba todo delicioso, especialmente los langostinos y el filete, al que añadían una salsa espesa de color oscuro. Nos sirvieron después un bol de arroz con yema de huevo frita, jamón y verduras picadas; junto con una sopa de huevo y tomate. El postre consistió en una copa ancha con cubos de gelatina de piña y trozos de melocotón. Estaba todo muy rico, no llevaba nada de picante. Acompañamos la comida de vasos de agua caliente con limón, refrescos y botellas de medio litro de cerveza, que para mi horror sabía aguada y casi no tenía alcohol.
Tras la cena nos despedimos efusivamente del Prof. Wan, que había sido muy amable al acompañarnos a las zonas de muestreo así como por habernos enseñado su universidad. Comentó que tal vez en verano nos haga una visita en la BFU. Tras separarnos, el Dr. Bi-Cheng quiso ir a un centro comercial cercano (un Carrefour), donde compró una caja hermética de plástico para transportar las plantas durante el viaje en tren del día siguiente. Yo compré una lata de Pringles para comer en el tren, costaron 7 yuanes. Regresamos al hotel y antes de acostarnos dejamos nuestro equipaje listo.

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