33- Mejorando el idioma
15, 16 y 17 de julio
Las clases con Wasson siguen avanzando a buen ritmo. Se vio
la película Ocho apellidos vascos, aunque lo único que entendió fueron los
saludos y ni tan siquiera supo escribir bien los nombres de los protagonistas.
Le ha quedado claro que en el sur de España es como si hablaran otra lengua y
que en el norte sí lo hacen. Me presentó también a su novia, Wang Lu, que está
estudiando derecho. Tiene los ojos más grandes que he visto nunca, de color
casi negro y achinados (cómo no). Cuando me mira con cara de sorpresa y los
abre da la impresión de que me esté haciendo una radiografía o me quiera
convertir en piedra. Durante nuestras lecciones ella me ayuda a repasar la
pronunciación de las palabras en chino mientras Wasson hace los deberes que le
han puesto en clase, después yo le corrijo los deberes y él practica la
pronunciación del castellano. En cierto aspecto me parece injusto que yo tenga
que aprender la pronunciación exacta de las palabras así como la entonación
para hacerme entender, mientras que a él le basta decir las cosas de manera
aproximada. Ya le he dicho que no se preocupe por pronunciar “l” en lugar de
“r”, que eso lo hacen todos los chinos y que en España lo entenderán sin
problemas. Eso sí, cuando ellos hablan en chino la pronunciación y entonación
se la pasan bastante por el forro, dicen las frases muy deprisa y únicamente
entonan la última palabra. Pero como yo hablo muy despacio tengo que tener
cuidado con la entonación de cada palabra. Al menos debo. Aini es capaz de mantener conversaciones en
chino y no se sabe la entonación de la mayor parte de las palabras. Los propios
chinos no lo tienen muy claro siempre.
Wasson tiene los márgenes de su libro de castellano
cubiertos por anotaciones que toma en clase. En el tema de partes de una casa,
debajo de “armario”, había manuscrito “salir del armario”. Le pregunté si sabía
lo que significaba y se empezó a reír. Debajo de “hijo” había escrito “hijo de
buda”. Muy astuto el profesor, un chino lee buda igual que puta. Le expliqué
que el castellano es un idioma de una gran riqueza, y que esa frase tiene
múltiples e interesantes usos. Que se la puede decir a un amigo para fortalecer
la amistad, pero si la usa con un desconocido por la calle seguramente reciba
un puñetazo. También le dejé claro que nunca, bajo ningún concepto, llame puta
a una mujer. Un poco más abajo, sin tener conexión alguna con las palabras del
libro, había escrito “terrorismo”, “peligro”, “ETA”. Fue el mismo día que el
atentado en Francia, supongo que por eso sacaron el tema en su clase. Le dije
que no se preocupara, que en España no había terrorismo y que era un país muy
seguro, aunque no tanto como China. Aquí con tanta cámara de vigilancia y
guardia de seguridad nadie intentaría nada raro. Por ejemplo, no es concebible
que te roben algo en la facultad. En España que a alguien le sustraigan el
portátil si lo deja en la biblioteca sin vigilar es frecuente, aquí a nadie se
le ocurriría porque quedaría grabado. En ese sentido es todo muy seguro, al menos
en los sitios donde hay cámaras. Por la calle la gente siempre deja las
bicicletas donde hay una cámara. Me comentaron hace unas semanas que habían
apuñalado a alguien en una discusión, en un sitio indeterminado en el distrito
de Haidian. Gracias a la conversación me enteré de que la criminalidad es muy
baja y que nadie, ni los criminales, tienen armas de fuego en este país.
Tampoco recuerdo haber visto a ningún policía armado desde que llegué. En
resumen, que al menos la capital es muy segura.
El fin de semana fue relajado. Hasta que mi tutor en España
o el Dr. Bi-Cheng aquí revisen los trabajos que les he enviado, no puedo hacer
gran cosa. Me da pereza comenzar el capítulo de introducción de la tesis ya que
en pocos días tendría que dejarlo aparcado para empezar otra cosa. Claro que
eso es lo que me llevo repitiendo una semana y nadie da señales de haber
corregido mis otros trabajos. Lo de España lleva cola, le envié a mi tutor las
revisiones corregidas de un paper varias semanas antes de venir a China (finales
de abril, principios de mayo) y la introducción de otro trabajo el mes pasado.
Yo quiero trabajar, en serio, son las circunstancias las que me empujan a la
vagancia. No una vagancia completa, que conste. El viernes me fijé que Wang Lu
estaba leyendo un libro, Discurso sobre la desigualdad de Rousseau (tenía dos
copias, una en chino y otra en inglés). Por lo visto le hacía falta leerlo para
la cerrera. Era un autor que tenía pendiente, así que el fin de semana me leí
Discurso sobre la desigualdad y comencé El contrato social, aunque el domingo
lo dejé a medias. Es bastante más coñazo que el otro, pese a que ambos están
escritos en un lenguaje bastante claro y al ser ensayos plantean las cosas
desde lo más simple hacia lo más complejo. Basta decir que Discurso sobre la
desigualdad analiza los motivos que dieron lugar al lenguaje en los humanos. Se
trata de teorías que posiblemente estén desfasadas actualmente, pero es muy
interesante cómo Rousseau llega a ese tipo de conclusiones empleando la lógica
en su forma más pura, con una abstracción total del empirismo.
El domingo decidí no ir a la facultad, me pasé el día en la
habitación del hotel leyendo. Aproveché el almuerzo y la cena para dar paseos
por el campus. Los días que hace sol el ambiente está cargado (me parece una
expresión adecuada para este caso concreto) con el canto de las cigarras. Es un
zumbido suave y constante que proviene de los árboles. No me ha coincidido
todavía de ver ninguna cigarra, tengo entendido que son unos insectos muy
bonitos. Otro insecto peculiar es una polilla, de varios centímetros de largo y
alas de color vino tinto o crema, por debajo de las cuales sobresalen unas
patas negras parecidas a las de una araña. Parece un híbrido entre ambos
animales, o bien una polilla parásita que utiliza una araña para desplazarse
por el suelo. Los troncos de algunos árboles están cubiertos por estos insectos
de aspecto curioso. Por lo demás, lo único interesante del fin de semana fue
que probé un nuevo tipo de algas en el comedor. Eran tiras alargadas de color
verde oscuro, del aspecto que tienen las algas de la playa. Estaban anudadas en
forma de lazo y el sabor era interesante, con un ligero toque salado, el sabor
que uno espera que tenga un alga.
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