34- Monzón
18, 19 y 20 de julio
“Un día comenzó a
llover y no paró por cuatro meses”
Forrest Gump
De pronto me siento como si fuera un año más viejo. Ah,
cierto, que lo soy. El lunes 18 de julio (en el patio de un convento…) fue mi
cumpleaños. 24 tacos ya, si parece que fue ayer cuando empecé el bachiller en
Barallobre. Todo a partir de ahí se me ha pasado volando, particularmente estos
dos últimos años. Tenía razón el que dijo que la vida era como el Tetris, que a
medida que pasas pantallas simplemente se vuelve todo más rápido y difícil. Lo
más parecido que tuve a una celebración de cumpleaños fue entrar en el facebook
para leer las felicitaciones y por la noche tomarme una cerveza en el hotel. Se
lo comenté al Dr. Bi-Cheng mientras cenábamos, que era mi cumpleaños, y tuvo el
detalle de regalarme uno de sus libros de ecología cuando volvimos al despacho.
También se lo dije a Wasson, para que me enseñara a decir en chino “hoy es mi
cumpleaños” y alguna cosa relacionada. Al día siguiente me dio un par de latas
de cerveza. No se me ocurren regalos mejores dada mi situación aquí.
Se cumplió al fin la profecía del monzón. Igual no es un
monzón como tal, ya que en China si los hay es al sur, pero el efecto climático
es impresionante. El lunes hacía sol y bastante calor. El martes cayó una
ligera lluvia, con una agradable temperatura de 20-22⁰ y nubes que tapaban el
sol. Fue el miércoles cuando los cielos descargaron todo lo que no había
llovido durante los últimos dos meses. Por la mañana la lluvia era como un día
de invierno cualquiera en Galicia, al mediodía ya se puso seria la cosa. En la
facultad el pasillo estaba a rebosar de paraguas abiertos secándose. Un fallo
que he notado en el diseño del campus es que hay pocos colectores de agua y el
pavimento es perfectamente horizontal, con lo cual está todo cubierto de una
capa de agua. Aun así, la gente va andando por la calle en chanclas y crocs. No
es mala idea, teniendo en cuenta que nunca se les mojan los calcetines si no
llevan.
El lunes me desperté inexplicablemente tarde, con lo que
llegué a la facultad casi a las 10:00. Preparé las soluciones de ácido jasmónico
y control en los pulverizadores y fui al invernadero, sabiendo que no me daría
tiempo a terminar los tratamientos por la mañana. Apliqué la mitad de los
tratamientos de ácido jasmónico, pues no tenía bolsas para cubrir todas las
plantas, corté las hojas a los tratamientos correspondientes y apliqué el
control a las que no llevaban jasmónico. Fui a almorzar a las 12:30 y regresé
directamente al invernadero. En esta ocasión, aprovechando que las bolsas de
plástico eran herméticas, tras cubrir cada planta con ácido jasmónico cerré la
bolsa a excepción de la abertura para el tallo, de modo que la hormona no
afectara a ninguna otra planta. Da gusto hacer las cosas bien. Esperé una hora
entre la aplicación del ácido y la retirada de las bolsas, para asegurar que la
hormona entrara en contacto con la planta. En comparación, la semana anterior
había esperado 15 minutos y las bolsas habían quedado abiertas. Por la tarde,
en lugar de esperar una hora en el invernadero a que las plantas se secaran
dentro de las bolsas, me fui al supermercado a hacer la compra. Descubrí cual
era la planta de sabor horripilante que había comido en la cafetería. Tiene el
apropiado nombre común de bitter melón (que significa melón amargo; nombre
científico Momordica charantia). El aspecto del melón es igual de malo que el
sabor. Se le atribuyen una gran cantidad de propiedades medicinales, que van
desde laxante a prevenir el VIH. Si hubiera correlación entre lo mal que sabe
un alimento en la medicina tradicional china y su eficacia real, me llegaría a
creer lo del VIH.
De camino al supermercado me fijé en algo muy interesante.
Grupos de gente se sientan en bancos a jugar a las cartas y a su alrededor se
forman corrillos de curiosos. Además de cartas la gente maneja billetes
pequeños, por lo que deduzco que en las partidas se apuesta dinero (y yo me
apostaría algo a que está prohibido). No sólo se juega a las cartas, un grupo
de gente mayor estaba jugando al Mahjong y otro al ajedrez chino. La gente
alrededor de la partida de ajedrez comentaba las posibles jugadas mientras
señalaban el tablero. Es una pena que yo no pueda distinguir cada una de las
fichas, debido a que están diferenciadas con caracteres chinos. Lástima también
que no hubiera una partida de ajedrez europeo, me hubiera animado a jugar.
Conste que me descargué un programa para jugar al ajedrez chino, pero me
resulta imposible. En cuanto las fichas salen de sus posiciones originales
olvido cual es cada una, el cañón del oponente pega un salto a mi lado del
tablero y antes de que pueda hacer nada vuelve a saltar dentro del castillo y
mata a mi general.
Una noche, mientras volvía de la clase de chino con Wasson,
hablamos de las buenas relaciones de China con otros países (a raíz de decirle
que en España hay muchos chinos). Dijo que estaban repartidos por todo el mundo
y que China en general tenía buenas relaciones con otros países. Pakistán,
Japón, EEUU… a lo que sonreí y le pregunté por Taiwán. Me repuso, riéndose, que
Taiwán no era un país sino una provincia de China. Para quien no lo sepa, breve
lección de historia acerca de Taiwán: en China hubo una revolución a principios
del siglo XX contra el Imperio que dio lugar a una república. Años después hubo
otra revolución, de carácter marxista, que desembocó en una guerra civil entre
los nacionalistas (República de China) y los comunistas (República Popular de
China en castellano, República del Pueblo de China si se traduce del inglés).
En resumidas cuentas, unos estaban bajo el mando de Chiang Kai-shek (líder del
Kuomitang o partido nacionalista) y los otros de Mao. Al estallar la Segunda
Guerra Mundial y ser invadida China por Japón, la URSS intercedió entre los dos
bandos para que hicieran una tregua en la guerra civil y se enfrentaran al
enemigo común. Horribles comunistas esos rusos. Tras la rendición nipona y
vanos esfuerzos por buscar la paz entre las dos facciones en China, la guerra
se reanudó hasta el año 49. Los comunistas ganaron y los nacionalistas se
retiraron a la isla de Formosa, que hoy se conoce como Taiwán. Aquí voy a hacer
otro paréntesis para mencionar algo que me llama la atención. Siempre que hay
un enfrentamiento entre comunistas y otro bando, los EEUU demonizan a los
comunistas mientras que apoyan al otro bando. Así has sido desde 1917 en Rusia
(donde llegaron a enviar miles de tropas, pero no es un hecho muy sonado ya que
esa guerra la ganó el otro bando) hasta la actualidad con las primaveras
árabes.
Tanto en el caso de China como en Corea sucedió algo
interesante. Todos hemos escuchado acerca de la dictadura norcoreana (que va ya
por su tercera generación) y la de Mao. ¿Pero a alguien le suena la dictadura
de Syngman Rhee? Los EEUU lo colocaron para que gobernara Corea del Sur en 1948
y allí siguió hasta 1960. ¿Qué hay de la dictadura de Chiang Kai-shek? Fue secretario
general del Kuomitang desde 1938 hasta 1975 y presidente de la República de
China (en Taiwán) desde 1950 hasta el 75. EEUU no reconoció a la República
Popular de China como nación soberana hasta bien entrados los años 70 y envió
materia militar a Taiwán durante años (como hace a día de hoy en Corea del Sur,
dicho sea de paso), hasta que quedó patente que nada podrían hacer si la RPC
decidía atacar, puesto que sus fuerzas militares eran comparables a las de EEUU
o la URSS. Lo curioso tras el fin de la guerra civil es que la RPC reclama la
isla de Taiwán como provincia suya, mientras que la RC reclama todo el
territorio de China continental (lo que se denomina Mainland China) como suyo.
Ya hay que tener mal perder para ser derrotado en la guerra, que te den una
patada al exilio en una isla y reclamar como tu territorio el tercer país más
grande del mundo. De todos modos las relaciones a día de hoy no son tensas en
absoluto (faltaría más, viendo el arsenal de unos y otros), simplemente los
chinos de la Mainland consideran que Taiwán es una provincia “especial”.
Curiosamente, el Dr. Bi-Cheng es de una ciudad que se encuentra en la parte de
China enfrente a Taiwán. Ha viajado un par de veces a la isla y hasta tiene en
el despacho un cuadro con un mapa y los platos de comida típicos. Así pues, que
la relación a día de hoy entre ambos países sea mala es un mito.
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