lunes, 4 de julio de 2016

27- Bichos, bichos por todas partes.



27- Bichos, bichos por todas partes

21, 22, 23, 24 y 25 de junio
El martes amanecí con numerosas picaduras de mosquito por las manos y los brazos. Sospecho que me picaron en el invernadero el lunes por la tarde, pues es un ambiente ideal para que críen y no se cortan un pelo a la hora de picar, por mucho que aplastes a los más atrevidos. La semana transcurrió sin incidencias, aunque bastante solitaria. Al no tener al Dr. Bi-Cheng en la oficina me encontré sólo la mayor parte del tiempo. Fui a comer un par de días al comedor que se encuentra detrás del edificio donde se imparten las clases. La variedad de platos es tentadora, no hay ninguno que sirvan en la otra cafetería. Probé uno que consistía en unos fragmentos de color blanco y marrón chocolate, de textura semejante a un flan. Lo más probable es que se tratase de tofu. Es impresionante la cantidad de formas que tienen de prepararlo, desde gelatina a sopa pasando por una mouse esponjosa que imita el aspecto de las setas o bien tiras finas que se mezclan con la pasta. Lo que da sabor a los platos son las salsas, más que los propios ingredientes. Una desventaja importante de la cafetería tras el edificio de las clases es que toda la comida lleva excesivo picante. Puedo entender que le echen pimienta de Sichuan o guindillas, pero no las dos cosas a la vez. Al menos he aprendido a dejar de hacerme el valiente y no comerme las guindillas, me basta con el sabor que dejan en el arroz.
Las plantas están creciendo sorprendentemente bien. El  tercer día que fui a regarlas, cuando cumplían una semana en las macetas, casi la mitad de las macetas de la parte basal (las que no tenían hojas) estaban echando tímidos brotes a través de la capa de cortezas. Otra cosa me sorprendió bastante. Al limpiar el invernadero para dejar sitio a mis macetas, retiramos tierra a paladas y la echamos en una caja de plástico. Allí se quedó y no le volvimos a hacer caso. Pues bien, el viernes (unas tres semanas después) me fijé en que salían brotes de la tierra. Se ve que con las palas arrancamos alguna raíz de Alligator y bastó simplemente eso para que la planta sobreviviera y echara brotes. Tras dos semanas enterrada y sin una gota de agua, es impresionante. Este es precisamente el inconveniente de las plantas invasoras clonales: que los métodos de control físico son absolutamente inútiles. Da igual que metas una pala excavadora en el humedal donde está la invasión y arranques todo de raíz, basta precisamente un fragmento de raíz para regenerar la planta entera. Lo que es peor, se ha eliminado el resto de especies vegetales, facilitando que Alligator crezca sin competencia y dando lugar a una comunidad monoespecífica (dominada por una única especie). En el año 2014 se detectó una población en Galicia, cerca de Finisterre, al lado de un invernadero abandonado (qué responsables los dueños, se ve que fueron cuidadosos cuando se marcharon). Por lo visto se intentó eliminar la población pero quedaron plantas en la zona (por los motivos ya explicados). Visto lo visto, el control biológico puede ser la única solución viable a largo plazo. El control químico no resulta nada recomendable en ambientes húmedos, porque sería necesario arrasar completamente un humedal con el impacto que ello conlleva al medio. Sin embargo, cierta especie de escarabajo que sólo se alimenta de Alligator podría ser la clave.
Los escarabajos están estupendamente, por cierto. A lo largo de esta semana han ido eclosionando nuevos huevos, por lo que en la oficina tenemos ya escarabajos adultos junto con larvas de todos los tamaños. Para cuando comience el experimento podré decidir si uso adultos o larvas. Los adultos son más realistas, pues tienen más movilidad y casi seguro son los primeros en alcanzar un nuevo hábitat, pero por otra parte las larvas causan más daños a la planta y con ellas nos aseguramos que los daños durarán bastante tiempo, hasta después de que hayan completado la metamorfosis. Comenzar el experimento con adultos para que empiecen a morir a las dos semanas no sería bueno, pues las plantas sufrirían diferente cantidad de daños. Sería estupendo saber el sexo de los adultos para así seleccionar un macho y una hembra para cada planta, pero no va a ser posible. En la bibliografía no se menciona nada al respecto. Se me ocurrió esta semana observar a las parejas que se están reproduciendo, puesto que en ese momento se sabe cuál es el macho y cual la hembra, para intentar distinguir alguna diferencia entre los dos sexos que se repitiera entre las parejas. De momento no he descubierto nada. Sí he visto una diferencia en el patrón de colores del caparazón, pero no parece estar relacionada con el sexo. Una curiosa (a la par que molesta) manía que tienen es la de escaparse de los terrarios. En una sola tarde llegué a capturar cinco en mi escritorio y la ventana. Para dos cosas que tienen que hacer, que son comer y reproducirse, prefieren ir de turismo. Me aseguré de cerrar bien la tela que cubre los terrarios con pinzas, pero ahora las larvas también comienzan a escapar. Bichos idiotas frente a plantas condenadamente resistentes, me pregunto quién terminará ganando esa guerra.
El viernes fui al invernadero justo después de comer, para economizar el tiempo que paso fuera de la oficina (sí, trabajo a destajo y muchas horas, espero que el resultado merezca la pena). Me encontré allí con Lu y varios alumnos, que estaban preparando unas macetas con Hidrocotile vulgaris. Se trata de una planta original de Europa que en China es invasora. Los alumnos estaban cubriendo las macetas con grandes campanas de plástico, de las que salía un manguito de goma al cual conectaban unas enormes jeringuillas de plástico. En un primer momento pensé que inyectaban nutrientes a las macetas, Lu me aclaró que estaban midiendo el CH4 y CO2 que las plantas emitían. Es decir, con las jeringuillas extraían aire del interior y luego lo analizaban en el laboratorio. Un montaje bastante interesante. Lu también me comentó que por la noche celebraban una fiesta (“fiesta”) debido a que uno de los estudiantes de la Dra. Hongli se gradúa. Luego resultó que se gradúan cuatro o cinco, pero bueno.
Quedamos a las 18:00 en uno de los restaurantes que hay bajo mi hotel. Se trata, según mis cuentas, del más caro de los tres, en el que tuvimos la comida de despedida con el Prof. Alpert. A la mesa nos sentamos el Prof. Fei-Hai, la Dra. Hongli, 9 alumnos, Lu y yo. Antes de detallar la cena quiero hacer una pequeña aclaración. En España estamos acostumbrados a llamar profesores a todos aquellos docentes de la universidad que imparten clases. Sin embargo, aquí distinguen entre los que dan clases (“teachers”) y los que tienen título de Profesor (“profesor”). El Dr. Bi-Cheng y la Dra. Hongli entran en el primer grupo, mientras que el Prof. Fei-Hai aparte de dar clases es Profesor. Alguna diferencia debe haber, y aquí debe ser importante, porque la Dra. Hongli me regañó un día por llamarla profesora. Creo que en España lo equivalente sería la distinción entre profesor titular e interino.
La cena fue bastante bien, de no ser porque muchos de los platos no resultaron completamente de mi agrado. Consistieron en: un caldo de costillas cocidas; una fuente de coliflor sobre una vela ardiendo; una ensalada de cacahuetes, nueces, lechuga y pimientos; pollo Kung Pao; un marisco que sabía igual al pollo Kung Pao y que según Lu era cangrejo; una fuente de tocino con la carne blanda; una enorme fuente de vegetales y setas con guindillas enteras (imaginaos cómo picaba aquello) y unas cosas de color blanco que resultaron ser corazón de vaca (no lo termino de tener claro, pero fue lo que dijo Lu); una fuente con pescado apestoso (apestoso de verdad, lo dejaban pudrirse unos días antes de cocinarlo, olía como las bolsas de basura cuando llevan tiempo al sol); un par de platos con setas y finalmente carne de ternera con especias. Casi al final de la cena nos sirvieron unos boles de arroz blanco con tres pequeñas cosas marrones encima, que resultaron ser algo de medicina tradicional china. Tenían una textura como a chocolate pero no sabían a nada en absoluto. Cuando me comí el bol de arroz, Lu se rio y dijo que “lo estaba comiendo con aire”, pues estaba comiendo el arroz sin acompañamiento. Bebimos nuevamente la cerveza rusa, yo me terminé casi una jarra entera pues la comida o estaba muy picante o me costaba esfuerzo tragarla (caso de las costillas cocidas y el tocino). Comentaron que yo tenía un aguante impresionante bebiendo.
Durante la cena, y a medida que la cerveza en las jarras disminuía, hablé con el Prof. Fei-Hai acerca de cómo transcurría mi experimento, de algún otro experimento para realizar posteriormente y de la posibilidad de trabajar ayudando a otro investigador. Lu me describió el experimento que está planeando para los próximos meses. Ahora mismo está realizando uno acerca de la hidrogeneidad del suelo y quiere realizar uno mezclando el factor de hidrogeneidad con lombrices, que homogeneizarán lo otro. No termino de comprender qué conclusiones espera sacar de ahí, pues ya se sabe el papel que van a desempeñar las lombrices en el suelo, pero todo lo que sea trabajar y publicar trabajos me interesa. Tras la cena, y para dejar claro eso último, regresé a la facultad hasta las 21:30.

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