27- Bichos, bichos por todas partes
21, 22, 23, 24 y 25 de junio
El martes amanecí con numerosas picaduras de mosquito por
las manos y los brazos. Sospecho que me picaron en el invernadero el lunes por
la tarde, pues es un ambiente ideal para que críen y no se cortan un pelo a la
hora de picar, por mucho que aplastes a los más atrevidos. La semana
transcurrió sin incidencias, aunque bastante solitaria. Al no tener al Dr.
Bi-Cheng en la oficina me encontré sólo la mayor parte del tiempo. Fui a comer
un par de días al comedor que se encuentra detrás del edificio donde se
imparten las clases. La variedad de platos es tentadora, no hay ninguno que
sirvan en la otra cafetería. Probé uno que consistía en unos fragmentos de
color blanco y marrón chocolate, de textura semejante a un flan. Lo más
probable es que se tratase de tofu. Es impresionante la cantidad de formas que
tienen de prepararlo, desde gelatina a sopa pasando por una mouse esponjosa que
imita el aspecto de las setas o bien tiras finas que se mezclan con la pasta.
Lo que da sabor a los platos son las salsas, más que los propios ingredientes.
Una desventaja importante de la cafetería tras el edificio de las clases es que
toda la comida lleva excesivo picante. Puedo entender que le echen pimienta de
Sichuan o guindillas, pero no las dos cosas a la vez. Al menos he aprendido a
dejar de hacerme el valiente y no comerme las guindillas, me basta con el sabor
que dejan en el arroz.
Las plantas están creciendo sorprendentemente bien. El tercer día que fui a regarlas, cuando cumplían
una semana en las macetas, casi la mitad de las macetas de la parte basal (las
que no tenían hojas) estaban echando tímidos brotes a través de la capa de
cortezas. Otra cosa me sorprendió bastante. Al limpiar el invernadero para
dejar sitio a mis macetas, retiramos tierra a paladas y la echamos en una caja
de plástico. Allí se quedó y no le volvimos a hacer caso. Pues bien, el viernes
(unas tres semanas después) me fijé en que salían brotes de la tierra. Se ve
que con las palas arrancamos alguna raíz de Alligator y bastó simplemente eso
para que la planta sobreviviera y echara brotes. Tras dos semanas enterrada y
sin una gota de agua, es impresionante. Este es precisamente el inconveniente
de las plantas invasoras clonales: que los métodos de control físico son
absolutamente inútiles. Da igual que metas una pala excavadora en el humedal
donde está la invasión y arranques todo de raíz, basta precisamente un
fragmento de raíz para regenerar la planta entera. Lo que es peor, se ha
eliminado el resto de especies vegetales, facilitando que Alligator crezca sin
competencia y dando lugar a una comunidad monoespecífica (dominada por una
única especie). En el año 2014 se detectó una población en Galicia, cerca de
Finisterre, al lado de un invernadero abandonado (qué responsables los dueños,
se ve que fueron cuidadosos cuando se marcharon). Por lo visto se intentó
eliminar la población pero quedaron plantas en la zona (por los motivos ya
explicados). Visto lo visto, el control biológico puede ser la única solución
viable a largo plazo. El control químico no resulta nada recomendable en
ambientes húmedos, porque sería necesario arrasar completamente un humedal con
el impacto que ello conlleva al medio. Sin embargo, cierta especie de
escarabajo que sólo se alimenta de Alligator podría ser la clave.
Los escarabajos están estupendamente, por cierto. A lo largo
de esta semana han ido eclosionando nuevos huevos, por lo que en la oficina
tenemos ya escarabajos adultos junto con larvas de todos los tamaños. Para
cuando comience el experimento podré decidir si uso adultos o larvas. Los
adultos son más realistas, pues tienen más movilidad y casi seguro son los
primeros en alcanzar un nuevo hábitat, pero por otra parte las larvas causan más
daños a la planta y con ellas nos aseguramos que los daños durarán bastante
tiempo, hasta después de que hayan completado la metamorfosis. Comenzar el
experimento con adultos para que empiecen a morir a las dos semanas no sería
bueno, pues las plantas sufrirían diferente cantidad de daños. Sería estupendo
saber el sexo de los adultos para así seleccionar un macho y una hembra para
cada planta, pero no va a ser posible. En la bibliografía no se menciona nada
al respecto. Se me ocurrió esta semana observar a las parejas que se están
reproduciendo, puesto que en ese momento se sabe cuál es el macho y cual la
hembra, para intentar distinguir alguna diferencia entre los dos sexos que se
repitiera entre las parejas. De momento no he descubierto nada. Sí he visto una
diferencia en el patrón de colores del caparazón, pero no parece estar
relacionada con el sexo. Una curiosa (a la par que molesta) manía que tienen es
la de escaparse de los terrarios. En una sola tarde llegué a capturar cinco en
mi escritorio y la ventana. Para dos cosas que tienen que hacer, que son comer
y reproducirse, prefieren ir de turismo. Me aseguré de cerrar bien la tela que
cubre los terrarios con pinzas, pero ahora las larvas también comienzan a
escapar. Bichos idiotas frente a plantas condenadamente resistentes, me
pregunto quién terminará ganando esa guerra.
El viernes fui al invernadero justo después de comer, para
economizar el tiempo que paso fuera de la oficina (sí, trabajo a destajo y
muchas horas, espero que el resultado merezca la pena). Me encontré allí con Lu
y varios alumnos, que estaban preparando unas macetas con Hidrocotile vulgaris.
Se trata de una planta original de Europa que en China es invasora. Los alumnos
estaban cubriendo las macetas con grandes campanas de plástico, de las que
salía un manguito de goma al cual conectaban unas enormes jeringuillas de
plástico. En un primer momento pensé que inyectaban nutrientes a las macetas,
Lu me aclaró que estaban midiendo el CH4 y CO2 que las plantas emitían. Es
decir, con las jeringuillas extraían aire del interior y luego lo analizaban en
el laboratorio. Un montaje bastante interesante. Lu también me comentó que por
la noche celebraban una fiesta (“fiesta”) debido a que uno de los estudiantes
de la Dra. Hongli se gradúa. Luego resultó que se gradúan cuatro o cinco, pero
bueno.
Quedamos a las 18:00 en uno de los restaurantes que hay bajo
mi hotel. Se trata, según mis cuentas, del más caro de los tres, en el que
tuvimos la comida de despedida con el Prof. Alpert. A la mesa nos sentamos el
Prof. Fei-Hai, la Dra. Hongli, 9 alumnos, Lu y yo. Antes de detallar la cena
quiero hacer una pequeña aclaración. En España estamos acostumbrados a llamar
profesores a todos aquellos docentes de la universidad que imparten clases. Sin
embargo, aquí distinguen entre los que dan clases (“teachers”) y los que tienen
título de Profesor (“profesor”). El Dr. Bi-Cheng y la Dra. Hongli entran en el
primer grupo, mientras que el Prof. Fei-Hai aparte de dar clases es Profesor.
Alguna diferencia debe haber, y aquí debe ser importante, porque la Dra. Hongli
me regañó un día por llamarla profesora. Creo que en España lo equivalente
sería la distinción entre profesor titular e interino.
La cena fue bastante bien, de no ser porque muchos de los
platos no resultaron completamente de mi agrado. Consistieron en: un caldo de
costillas cocidas; una fuente de coliflor sobre una vela ardiendo; una ensalada
de cacahuetes, nueces, lechuga y pimientos; pollo Kung Pao; un marisco que
sabía igual al pollo Kung Pao y que según Lu era cangrejo; una fuente de tocino
con la carne blanda; una enorme fuente de vegetales y setas con guindillas
enteras (imaginaos cómo picaba aquello) y unas cosas de color blanco que
resultaron ser corazón de vaca (no lo termino de tener claro, pero fue lo que
dijo Lu); una fuente con pescado apestoso (apestoso de verdad, lo dejaban
pudrirse unos días antes de cocinarlo, olía como las bolsas de basura cuando
llevan tiempo al sol); un par de platos con setas y finalmente carne de ternera
con especias. Casi al final de la cena nos sirvieron unos boles de arroz blanco
con tres pequeñas cosas marrones encima, que resultaron ser algo de medicina
tradicional china. Tenían una textura como a chocolate pero no sabían a nada en
absoluto. Cuando me comí el bol de arroz, Lu se rio y dijo que “lo estaba
comiendo con aire”, pues estaba comiendo el arroz sin acompañamiento. Bebimos
nuevamente la cerveza rusa, yo me terminé casi una jarra entera pues la comida
o estaba muy picante o me costaba esfuerzo tragarla (caso de las costillas
cocidas y el tocino). Comentaron que yo tenía un aguante impresionante
bebiendo.
Durante la cena, y a medida que la cerveza en las jarras
disminuía, hablé con el Prof. Fei-Hai acerca de cómo transcurría mi
experimento, de algún otro experimento para realizar posteriormente y de la
posibilidad de trabajar ayudando a otro investigador. Lu me describió el
experimento que está planeando para los próximos meses. Ahora mismo está
realizando uno acerca de la hidrogeneidad del suelo y quiere realizar uno
mezclando el factor de hidrogeneidad con lombrices, que homogeneizarán lo otro.
No termino de comprender qué conclusiones espera sacar de ahí, pues ya se sabe
el papel que van a desempeñar las lombrices en el suelo, pero todo lo que sea
trabajar y publicar trabajos me interesa. Tras la cena, y para dejar claro eso
último, regresé a la facultad hasta las 21:30.
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