28- Un idioma muy extraño
26, 27, 28, 29 y 30 de junio; 1 de julio
La segunda semana sin el Dr. Bi-Cheng fue igual de aburrida
que la primera, y la productividad disminuyó a medida que se cumplían los
objetivos de mi trabajo. El sábado fui a la facultad a seguir trabajando,
aunque me di el gusto de dormir hasta tarde y bajar a la cafetería directamente
a almorzar. El domingo, para despejarme, preferí ocupar el tiempo leyendo o
dando paseos por el campus en lugar de ir a trabajar. Al ser casi verano
(corrijo, al ser ya verano, que el tiempo pasa volando), la cantidad de gente
que se ve por la oficina es reducida. Sin embargo, hay bastante gente que
aprovecha el buen tiempo para pasear por los parques que rodean las facultades.
Me llama la atención ver tanto personas mayores como abuelos con sus nietos.
Debe tratarse de los familiares de profesores y trabajadores del campus, que
viven aquí. Resulta práctico, sobre todo en una ciudad tan congestionada como
Beijing, vivir a escasos metros de la zona de trabajo. Pensar que mi director
de tesis en España tiene que recorrer cada día unos 100Km para ir a trabajar…
Por otra parte, esta semana fueron las graduaciones. Durante
varios días el campus se llenó de estudiantes con toga y birrete que se sacaban
fotos por todos los rincones. Las familias de los estudiantes también rondaban
la universidad, había mucha gente haciendo la mudanza y despidiéndose de sus
amigos (oh, las lágrimas). Supongo que esto se irá vaciando poco a poco de cara
al verano y sólo quedaremos los que no tengamos otra cosa que hacer mejor que
trabajar. Sin embargo, la Dra. Hongli me comentó que los estudiantes estaban
ocupados preparando sus exámenes finales, que son este mes. O ella se equivocó
de fecha o aquí hacen las graduaciones antes que los exámenes.
Las plantas en el invernadero siguen creciendo a buen ritmo,
aunque los tallos comienzan a tumbarse en lugar de crecer erguidos. Lo cual es
normal, teniendo en cuenta que Alligator es una planta rastrera y que los
tallos son generalmente huecos para permitir la flotabilidad en el agua, por lo
que presentan escasa resistencia para mantener los tallos erguidos. En el
despacho por otra parte, las larvas han causado una auténtica masacre en las
plantas. Primero devoraron las hojas hasta dejarlas completamente mustias y de
color amarillento. La siguiente fase, cuando las hojas comienzan a caer, es
devorar la parte exterior de los tallos. Una vez destruidos los haces
vasculares y cuando la planta es apenas un tallo mordisqueado, los tallos
comienzan a caer a trozos. Una vez las hojas desaparecen se detiene la
reproducción de los insectos, pues no tienen dónde poner sus huevos. Esto
significa que en la naturaleza el número de insectos seguiría aumentando de
forma continuada hasta que las plantas estuvieran completamente muertas.
El martes y el jueves recogí tallos de Alligator
asilvestrado en el invernadero para rellenar los terrarios, antes de que los
insectos comenzaran a morir de hambre. El miércoles me tomé la molestia de
lavar y plantar los tallos, pero al día siguiente no quedaba gran cosa de
ellos, por lo que el viernes opté por coger un ramo de tallos y echarlo sin
contemplaciones en el terrario. Las plantas estarán muertas antes de poder
echar raíces. También trasladé unas 50 larvas a las jardineras del invernadero,
para reducir la población en los terrarios. Se me pasó por la cabeza soltarlas
directamente sobre las plantas asilvestradas, pero lo más probable es que hacia
finales del verano hubieran devorado por completo estas, las de las macetas y
también las que se encuentran en enormes contenedores con agua.
En relación a esto último, otro organismo que crece a sus
anchas en el invernadero son los mosquitos. No se trata de la especie europea,
sino de los famosos mosquitos tigre, (Aedes albopictus), famosa por poder
“picar” a través de la ropa y por ser una especie invasora que amenaza con
instalarse en Europa. También puedo constatar que se trata de una especie
diurna. No temáis, encontraré una planta que se alimente del mosquito y la
llevaré a España junto con los Agasicles, para terminar con las dichosas
invasiones biológicas (digo yo que si un escarabajo come una planta invasora,
una planta se comerá a un insecto invasor, ¿no?). El jueves fui atacado por un
enjambre de estos bichejos mientras regaba mis queridas plantas invasoras. Creo
que a partir de ahora usaré el repelente de mosquitos cada vez que vaya al
invernadero, porque su número comienza a ser alarmante y aunque se espanten
ante los constantes manotazos las picaduras son constantes. Según estoy
leyendo, la especie transmite la fiebre amarilla, el dengue e incluso la
chikunguña, aunque sólo en lugares donde estas enfermedades son endémicas.
Espero que esto no incluya el invernadero.
Esta semana he tenido un golpe de buena suerte. Quien diga
que las oportunidades hay que buscarlas o que no caen del cielo no tiene ni
idea. Pura invención de Hollywood. Sin ir más lejos, a mi lo de venir a China
me lo ofreció el profesor con quien estaba haciendo mi trabajo de fin de
máster, antes incluso de comenzar el doctorado, y me pilló tan de sorpresa que
la primera vez que lo comentó pensé que se trataba de una broma. Esta semana me
ha caído otra oportunidad del cielo. La historia viene de largo: hace dos
semanas encontré una página web, del instituto hispano-chino, donde se podían
aprender caracteres chinos y su pronunciación. Estaba realmente bien, los
caracteres estaban ordenados por bloques (ya que los más complejos se
construyen uniendo otros más simples), incluía el orden de los trazos para
dibujarlos (¿escribirlos?) y métodos mnemotécnicos para aprenderlos. Tan buena
impresión me causó que hasta pagué una modesta cantidad para acceder a todo el
contenido. Estaba bien planteado, si terminabas los ejercicios del primer
bloque te hacían un descuento del 60%. Paralelamente, le había preguntado a
Aini acerca de sus clases de chino, por si yo también me podía apuntar. Pero
por desgracia están terminando ahora un semestre y no comenzarán otro hasta
septiembre. Ya me había conformado con aprender chino gracias a la mencionada
página (que está bien para los caracteres, pero no para hablar o entender
cuando te hablan), cuando el martes al llegar al hotel Aini me soltó “un amigo
necesita que le hagas un favor”.
Me quedé intrigado, pensando que se trataría de algo
académico. Bueno, y lo era, pero no relacionado con mi campo. El susodicho
amigo buscaba información acerca de institutos de investigación de aceite de
oliva o bien industrias olivareras en Barcelona y Sevilla. Al buscar en
internet todo lo que le aparecían eran páginas en español, por lo que
necesitaba un intérprete. Me ofrecí encantado
y le pasé toda la información que encontré. Olivares en Sevilla hay de sobras,
aunque institutos de investigación sólo encontré uno en Barcelona y otro,
mejor, en Jaén, aunque no le servía. Mientras hablábamos comentó que este año
viajará a España para realizar una estancia de un año en Madrid, estudiando los
olivares (la información de Barcelona y Sevilla era para su supervisor, que
visitará esas ciudades). Dijo que en verano tomaría unas clases de español,
para aprender a manejarse con el idioma. Fue entonces cuando se nos ocurrió (a
Aini, que es el más espabilado) que podríamos darnos mutuamente clases
particulares, para que yo aprenda chino y él español. Además, Aini también está
interesado en aprender español. Ahora mismo asiste a clases de francés, pues
irá a Francia a finales del verano. Se ve que le gusta viajar y aprender
idiomas.
El jueves por la noche quedé con mi profesor-alumno en la
habitación del hotel, a falta de un sitio mejor. Su nombre inglés es Wasson y
estudia silvicultura, está interesado en implementar las técnicas de cultivo de
olivares españoles aquí en China, donde es un sector emergente. Ah, respecto al
nombre inglés. Cuando un chino viaja al extranjero se pone un nombre más
“occidental”. Según comentó una vez el Prof. Alpert, era común que si un chino
tiene un nombre formado por dos palabras su nombre inglés tenga una, y
viceversa. Cuando yo llegué aquí me pusieron uno en la oficina de relaciones
internacionales, para el papeleo. Como no había pensado uno de antemano lo
eligieron ellos, mi nombre en chino es “rubin”, con la “r” pronunciada suave.
En mi libreta tengo apuntados los caracteres, por algún lado.
En primero lugar revisamos los libros que Aini me había
prestado, los que él usaba en sus clases. Había algunos centrados en la
escritura, otros en la pronunciación, varios que enseñaban técnicas de
conversación y uno de cultura general, completamente en chino. Ahora está
estudiando uno de lenguaje científico, que para mí está a años luz (unidad de
distancia, no de tiempo). Así pues, decidimos que lo más básico era la
pronunciación. Primero repasamos las vocales (o el equivalente que ellos
tienen) y luego las consonantes. Parece muy fácil pero no lo es tanto, debido a
que el pinyin se basa en la fonética del alfabeto inglés, no en la española, de
modo que la “e” es diferente, por ejemplo. También repasamos los cuatro tonos.
Posteriormente, el viernes, leí con detenimiento el primer capítulo del libro,
donde se explicaba en detalle cómo la posición de las sílabas modificaba la
entonación de las mismas. Por ejemplo, al saludar se usa la expresión “ni hao”,
que tiene tercera entonación en sus dos sílabas, por lo que la primera sílaba
pasa a tener segunda entonación. La segunda es la ascendente y la tercera es
primero descendente, luego ascendente. Un poco complicado, ¿eh?
Una hora más tarde me cobré mi venganza. Wasson traía
consigo dos libros de español, uno tenía en su portada bailadoras de flamenco y
un torero, el otro unos molinos de viento quijotescos (me tomé un tiempo para
explicarles lo que eran y su significado cultural gracias a Cervantes). Aini no
tuvo grandes problemas ni con las vocales ni con las consonantes, aunque a
Wasson algunas le costaron un poco, especialmente la “e” (pues se pronuncia
distinto) y varias consonantes. Tuve que explicar que algunas tenían dos
sonidos (como la “c” o la “r”) y que otras tenían el mismo sonido (“ll” y “y” o
“k” y “q”). Ya, ya sé que “ll” y “y” no tienen el mismo sonido, pero al no
existir la “y” en gallego en Galicia se pronuncian igual. También les dije que
en la práctica la “b” y la “v” se pronuncian igual. La más sencilla fue la “w”,
pues sólo existe en palabras extranjeras y su pronunciación es la misma que en
inglés.
El viernes por la tarde estuve leyendo con calma el libro de
pronunciación en chino (que está en chino e inglés) y estuve tomando nota de
los fonemas con ayuda de la Wikipedia y sus archivos de audio. Resultó más
enrevesado de lo que parecía a primera vista. En el alfabeto fonético, la |z|
se pronuncia como una “s”, la |x| como una “j” y la |j| como una “ll”. Parece
ser, tal y como había dicho Aini la noche anterior, que los chinos distinguen
varios sonidos donde el alfabeto fonético dice que sólo hay uno. Pero esa sutil
diferencia puede significar cambiar el significado de una frase, por lo que es
necesario aprenderla.
El viernes por la noche tuvimos una segunda clase. Volvimos
a repasar los sonidos en chino, tras lo cual me quedó perfectamente claro lo de
los cuatro tonos y he aprendido la mayor parte de sonidos. Aunque su “z”, “s” y
“c” son muy similares. Tras unos ejercicios de pronunciación de sílabas aprendí
algo de vocabulario y sus caracteres correspondientes, aunque algunos ya los
conocía por la página web del instituto ibero-chino. Uno, cinco, ocho, grande,
demasiado, blanco, negro, caballo…
En la clase de español repasamos nuevamente el alfabeto. La
“rr” y la “ñ” son causas perdidas, ni siquiera se me ocurre cómo explicar que
hay que colocar la boca para pronunciar esta última. Wasson pronuncia bien la “j”
con las dos últimas vocales, pero con las tres primeras no. Al intentar decir
repetidamente “ja” suena como la risa de un payaso diabólico que ha esnifado
helio. Después aprendieron algo de vocabulario básico. En el libro que traía
Wasson las palabras no estaban ordenadas por orden de importancia gramatical,
sino para practicar los sonidos, por lo que nos saltamos esa parte y les enseñé
los pronombres. Hice hincapié en que la “s” distingue el plural y que la “a”,
“o” o “e” indican el género. La siguiente lección, a sugerencia de Aini, serán
los números del uno al diez, días de la semana y meses. Tendré que ir pensando
cómo explicarle a un chino lo que son las conjugaciones verbales.
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