viernes, 12 de agosto de 2016

39- La Gran Muralla.



39- La Gran Muralla

30 de julio

Habíamos quedado a las 8 de la mañana en el hall del hotel donde se alojaban los españoles. El día anterior habían comentado que si llovía era mejor hacer una visita a otro sitio cercano a la Gran Muralla. Mientras me dirigía al hotel comenzó a chispear con intensidad creciente, pero durante el resto del día el cielo nos dio tregua. Los estudiantes chinos que nos acompañaron fueron Dong (el brother de Wasson) y una estudiante cuyo nombre inglés es Bella, que el día anterior había asistido a la charla pero a la cual no me habían presentado. Al ser poca gente optamos por ir hasta nuestro destino en un coche alquilado, en lugar de coger el metro y después un autobús. El viaje en coche duró casi dos horas, nos parecía que todos los habitantes de Beijing hubieran tenido la misma idea de visitar la Gran Muralla, por lo que el tráfico era muy denso. Otra explicación a la lentitud de la caravana era que algunos conductores se detenían en el arcén para vaciar la vejiga. A veces pienso que a esta gente le llegó la tecnología antes de estar preparados socialmente para saber utilizarla.
Tras dos horas bastante amenas, pues hicimos las presentaciones que habían faltado el día anterior, llegamos a un aparcamiento inmenso, situado cerca de un centro comercial para visitantes de la Gran Muralla. Abundaban los gorrillas por el aparcamiento, que prácticamente se agarraban a la furgoneta en la que viajábamos y nos intentaban vender entradas mal selladas, ponchos para a lluvia o mapas. Cogimos un autobús lanzadera para ir a la entrada del recorrido, a un par de kilómetros de distancia. El tramo que visitamos fue Badaling, recibe ese nombre de la montaña donde se sitúa la muralla. Es el tramo más visitado y uno de los mejor preservados, debido a su interés turístico. La cantidad de gente era abrumadora, más que en el Palacio de Verano. Una vez en la muralla, debido a la espesa niebla, se distinguían en primer lugar las camisetas de color blanco que se movían a lo lejos y después la muralla que discurría por debajo. Las entradas, si no recuerdo mal (tuvimos que entregárselas a los alumnos para que el departamento de contabilidad asumiera el gasto), costaron 40 yuanes. Se podía acceder a dos tramos diferentes, derecha o izquierda. Durante la cena de ese día Wasson nos comentó que habíamos escogido el más difícil de recorrer y el menos bonito.
La Gran Muralla… es algo muy antiguo y que requirió una cantidad ingente de trabajo construir. Tal vez no exista otra cosa comparable, en ese sentido. Excavar el lago del Palacio de Verano y con la tierra sobrante formar una colina no supuso apenas esfuerzo al lado de la Gran Muralla. Las Pirámides, el Coliseo, o incluso la Sagrada Familia (un siglo y todavía en construcción, luego los catalanes se las dan de trabajadores) se levantaron en cantidades razonables de tiempo. La Gran Muralla estuvo en construcción más de 20 siglos, la longitud total supera los 21.000km y ni siquiera llegó a completarse (son segmentos sin conectar). La razón de que no se completara es una gran ironía: se construyó principalmente para mantener alejados a los invasores mongoles, pero un general descontento con el Emperador abrió las puertas de la muralla en el siglo XVII y les permitió entrar y tomar Beijing. ¿Fue este un fracaso, el fin del imperio chino? Nada de eso, simplemente la dinastía Ming dio paso a la Qing, de origen manchú (de Mongolia). Fue, recordemos, la última dinastía, la de la emperatriz viuda Cixí (de la cual hablé en el capítulo del Palacio de Verano). Al estar los manchúes en el trono, Mongolia se anexionó al imperio, por lo que la construcción y mantenimiento de la muralla cesaron. No hubo otro motivo para detener la construcción, podría haber proseguido durante otro par de siglos.
La Gran Muralla está formada por una empalizada de tierra o arena cubierta por varias capas de ladrillos, bien de piedra o arcilla cocida. Se utilizaron los materiales procedentes de las zonas cercanas, que varían según la provincia. En un tramo que discurría cerca de minas de plata (en Tian Ling Liao) las rocas tenían alto contenido de este mineral, dando a la muralla color plateado. Se diseñó para resistir asaltos de caballería y armas de asedio, por lo que el trazado discurre a través de zonas montañosas que eliminan la ventaja de la caballería. Lo que más me sorprendió de recorrerla fue que muchos tramos tenían una gran inclinación, siendo el suelo una escalera larguísima. La imaginaba más horizontal, simplemente con pendientes suaves, a juzgar por lo que se ve en las fotografías, pero no es siempre así. Repartidos a lo largo de la muralla hay puestos de vigilancia que servían de alojamiento a los soldados. En caso de ataque, podían movilizarse rápidamente para acudir en defensa de la sección que estuviera siendo asaltada. Se usaban señales de humo y hogueras para avisar de los ataques. Cada una de las torres tenía accesos o una estructura interior diferente, para confundir a los asaltantes. En varios de los fuertes que atravesamos durante nuestra visita era necesario dar una vuelta extraña en el interior. Otro detalle importante es que la cara exterior (desde la perspectiva de Beijing) de la Gran Muralla cuenta con almenas a lo largo de todo su recorrido. Las aberturas tienen medio metro de alto y casi un metro de largo. Además, el suelo está cubierto por adoquines y cada 10m aproximadamente hay un desagüe hacia la cara interior, para evitar el estancamiento de agua en el suelo. En definitiva, no se trata únicamente de una estructura larga y que haya durado mucho tiempo en pie (ambas cosas tienen de por sí mucho mérito), sino que está bien diseñada y construida, siendo funcional durante los siglos en los cuales se realizaba su construcción. No puedo evitar preguntarme, tras realizar una descripción tan extensa y pensando en la funcionalidad de la Gran Muralla, si George R. R. Martin se basó en ella para describir El Muro. O mejor dicho, hasta qué punto lo hizo.
El cielo permaneció nublado durante todo el día y una niebla densa cubrió la Muralla hasta casi la tarde. Por una parte se agradeció, ya que nos ahorramos morir de calor, pero las fotos que tomamos no fueron demasiado buenas. Yo usé mi modesto móvil, mientras que Antonio manejaba su Iphone y un palo de selfies para tomar fotos de grupo, a la vez que Bella nos retrataba con una cámara fotográfica bastante buena. Tengo que pedirles una copia de las fotos de esta semana para hacer una buena selección. Ir a hacer turismo con la cámara fue buena idea. Volviendo al relato de la Gran Muralla, estuvimos andando desde pasadas las 11:30 hasta casi las 15:00. Cerca de la entrada la cantidad de gente era tal que costaba avanzar, especialmente cuando se abrieron los paraguas. Sin embargo, es el típico sitio al que vas a sacarte cuatro fotos, por lo que la aglomeración se concentraba sólo cerca de la entrada. Un kilómetro más adelante la Muralla resultaba más transitable, y a dos kilómetros no había apenas gente. Un teleférico permitía subir desde la base hasta casi el punto más elevado del recorrido. En general la Muralla estaba bien cuidada, con apenas un fuerte que había perdido el tejado y las paredes interiores. El suelo estaba inclinado hacia un lado en algunas secciones, después de tantos años es algo normal. Terminamos agotados después de subir largos tramos de escaleras en las laderas de las colinas, que se alternaban con pendientes inclinadas en las cuales era sencillo resbalar si los adoquines estaban mojados por la lluvia. En los tramos con escaleras o rampas habían instalado barandillas para evitar caídas.
Cuando nos cansamos de caminar, varias horas más tarde, decidimos salir de la Muralla por la primera escalera que encontramos. En la salida (así como en la entrada) había muchas tiendas de souvenirs. Nos encontramos además con varios fosos donde habitaban osos negros de Taiwán, más conocidos como osos luna (Ursus thibetanus formosanus, lo que hoy es Taiwán antes se llamaba isla de Formosa). Se denominan osos luna debido a que tienen na característica mancha de color crema en su pecho, semejante a una luna menguante. El resto de su pelaje es negro, de un aspecto aterciopelado y bastante espeso. Eran unos animales bastante simpáticos, la gente les echaba piezas de fruta y ellos se ponían a dos patas como respuesta. Uno levantaba sus patas delanteras por encima de la cabeza y daba palmadas. ¿Sería acaso un chino disfrazado con la piel de un oso para conseguir fruta?
Estábamos a medio camino entre la hora del almuerzo y la de cenar, así que decidimos comer un bol de noodles en un restaurante y más tarde cenar en el hotel. Los noodles estaban bastante ricos, el resto de españoles sentados a la mesa hicieron intentos por comerlos con palillos pero finalmente optaron por usar tenedores. Tampoco se animaron demasiado con el picante. Una vez terminamos, pasadas las 16:30, cogimos de nuevo la furgoneta y regresamos a la ciudad. Estábamos tan agotados que todos nos dormimos en el camino de vuelta, el viaje se me pasó volando. Cuando llegamos al hotel nos dirigimos directamente al restaurante, donde Wasson nos esperaba para la cena. Todavía estábamos digiriendo los noodles, así que no comimos demasiado. Wasson me agradeció solemnemente mi ayuda como traductor y guía. Teniendo en cuenta que fue mi oportunidad para visitar la Gran Muralla y que los gastos de todo el día corrieron a cargo del departamento de Wasson, el placer fue mío.

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