47- Osos panda
7 de agosto
El domingo los españoles fueron a visitar un parque cercano
al Parque Olímpico, donde hay esculturas referentes a la diversidad cultural y
étnica de China. Suena entretenido, pero yo tenía otros planes para ese día.
Pude por fin dormir hasta tarde, sana costumbre que temía perder con tanto
madrugón para hacer turismo. Había quedado para almorzar con Victoria, la
traductora que había asistido a la conferencia de Antonio la semana anterior.
Aini le había comentado que yo necesitaba clases de chino y a ella le apetecía
mejorar su español con un hablante nativo. Conste que su nivel de español es
muy bueno, aunque comencé a notar algo raro a medida que hablábamos. Me aclaró
que había estado viviendo en México durante un año, de ahí que se le hubiera
pegado el acento. Una china que habla español con acento mexicano, ¿se puede
ser más exótica?
Habíamos quedado en la estación de metro que se encuentra
próxima al hotel de los españoles, para que yo no tuviera que ir solo en metro
hasta el centro de la ciudad. Comimos en un restaurante cercano, un sitio de
aspecto moderno aunque sencillo. La comida estaba deliciosa, especialmente una
sopa de arroz con habichuelas de color morado, que sabía muy dulce. Tras el
almuerzo decidimos a dónde ir a continuación, yo propuse el templo de los lamas
y el zoo por ser los dos únicos sitios que me quedaban por visitar. Tal y como
se adivina por el título del capítulo, optamos por el zoo. Cuando había buscado
en internet las instrucciones para ir se mencionaba que era necesario coger un metro
y después un autobús. Curioso, teniendo en cuenta que hay una estación de metro
debajo del propio zoo que se llama “estación del zoo”. El zoo de Beijing se
encuentra en el distrito de Xicheng, al lado del distrito de Haidian, aunque
eso no significa que ambos sitios estén próximos. Tuvimos que hacer un
transbordo en el metro, pero el viaje se nos hizo corto.
La historia del sitio es larga y accidentada. Comenzó siendo
un jardín imperial para pasar a convertirse en una granja de animales exóticos.
Durante la guerra sino-japonesa casi todos los animales murieron y
posteriormente se hicieron esfuerzos para abrir la granja de nuevo, hasta que
se le cambió el nombre a zoo de Beijing. Ocupa una superficie de 89 hectáreas y
en él se exhiben unos 15.000 animales pertenecientes a casi 1.000 especies
diferentes. La entrada nos costó unos 30 yuanes, más otros 5 por acceder al
recinto de los osos panda. El sitio es bastante grande, de hecho nos quedamos
lejos de verlo por completo. Se divide en tres secciones diferentes, el recinto
de los pandas se encuentra próximo a la entrada principal.
Fuimos dando un paseo al lado de un riachuelo hasta la parte
de las aves exóticas. Vimos jaulas enormes con bandadas de flamencos y unos
pájaros bípedos con un pico puntiagudo bastante largo y una bolsa de carne,
arrugada y peluda, colgándoles bajo la cabeza. Desconozco el nombre de la
especie del pájaro-escroto. Un edificio próximo contenía jaulas con diferentes
especies de loros y cacatúas, las jaulas tenían una parte en el interior del
edificio y otra en el exterior, para que los animales pudieran descansar del
calor o tomar el sol. Me impresionó cómo eran capaces de usar sus garras para
trepar por la reja de la jaula, cuando en la naturaleza no existe nada parecido
a una reja. Los loros, junto con los cuervos, son las aves más inteligentes del
reino animal. En el interior del edificio había también una jaula con varios
tucanes.
Pasamos frente al recinto de las jirafas [majestuosas,
aunque tuvimos que conformarnos con verlas desde cierta distancia] y nos dirigimos a ver a los simios. Había diferentes
especies en enormes jaulas con paredes y techo de malla, para que los animales
pudieran trepar. Algunos monos se mantenían sujetos al techo, donde atrapaban
con destreza la comida que los visitantes les arrojaban. La gente, por su
parte, golpeaba con entusiasmo el cristal que había por fuera de la jaula. Hay
quien no sabe comportarse en ciertos sitios. Junto con los monos había lémures,
esos graciosos animales procedentes de la isla de Madagascar y que tuvieron un
papel destacado en la película de animación con el mismo nombre. Los lémures de
cola alargada con franjas blancas y negras son increíblemente ágiles, incluso
cuando las madres llevan a sus crías agarradas en la espalda. Debían tener
sobrepoblación de lémures, pues había tantos individuos como del resto de
especies de primates juntas. Supuestamente pasamos frente al recinto de los
chimpancés, rodeado por un foso y una verja electrificada, pero no conseguimos
ver nada moviéndose dentro. Supongo que estarían excavando un túnel bajo el
foso. Creo recordar que también hay gorilas en el zoo, pero no los vimos.
A continuación fuimos a la parte del zoo donde se encuentran
los animales comestibles. Es decir, todo tipo de antílopes, ciervos, cabras,
muflones y cosas semejantes. La mayoría de especies eran africanas o endémicas
de Asia, aunque estas últimas eran parecidas a sus homólogos europeos. Por
ejemplo, el Pere David’s deer es muy parecido al ciervo europeo. Había también
varios ciervos almizcleros, de pequeño tamaño, que se distinguen fácilmente por
sus dos largos dientes que sobresalen de la boca, como si de un ciervo-vampiro
se tratase. Unos corzos que habían perdido sus cuernos jugaban al despiste,
pues parecían caballos. Había varias especies de oryx, antílopes con aspecto de
caballo que poseen cuernos largos y afilados. También vimos un rebaño de
cebras, esos simpáticos caballos en pijama con muy mala leche. La mayoría de
recintos estaban rodeados por varias barras metálicas para evitar que la gente
metiera la mano dentro de las jaulas. Lo que más me gustó fue sin duda alguna
el takin, animal cuya existencia desconocía antes de la visita al zoo. Son como
enormes búfalos de pelo largo y dorado, con pequeños cuernos y un aspecto afable
en la mirada. Habitan únicamente en el Himalaya. Tenían un aspecto adorable, la
gente les daba briznas de hierba entre los barrotes y los animales la comían
plácidamente. Los que vimos en el zoo creo que pertenecían a la subespecie de
takin dorado. ¿Os suena el mito del vellocino de oro, dentro de la historia
griega de Jasón y los argonautas? Supuestamente el origen de la leyenda fue la
piel de uno de esos animales dorados. Son animales parientes de las ovejas y
carneros, de hecho, así que la hipótesis tiene cierta consistencia.
Se estaba haciendo tarde, pues el zoo cerraba sus puertas a
las 18:00 y faltaba apenas media hora. Habíamos visto sólo una pequeña parte de
los animales; nada de pingüinos, reptiles, osos y grandes depredadores, así
como la parte de animales acuáticos. Pero lo primero era lo primero: ver a los
osos panda. Fuimos con paso acelerado hacia la entrada y dimos varias vueltas
hasta que encontramos su recinto. Cuando compramos las entradas nos advirtieron
de que el zoo cerraba en 10 minutos, pero conseguimos llegar a tiempo. ¿Qué
estaban haciendo esos animales majestuosos, parientes del mayor depredador
terrestre de la Tierra, el oso polar, y símbolo nacional de China? Estaban
sentados comiendo bambú. Todos, sin excepción. Es un animal gordo y perezoso
que se pasa el día sentado sobre sus cuartos traseros y llevándose a la boca
tallos de bambú.
Voy a ser franco, no me gustan los osos panda. Es más, los
detesto. Contrariamente a lo que se piensa debido al “pulgar del panda” [una
especie de callo que tienen en las manos y que usan para llevarse el bambú a la
boca, como si de un dedo pulgar se tratara], estos animales no han evolucionado
hacia un estado mejor adaptado, sino que involucionaron desde lo alto de la
cadena alimenticia hasta lo más bajo. Los osos son carnívoros, como es bien
sabido. Los hay que pescan truchas, cazan focas en el Ártico o roban cestas de
picnic en el parque Yellowstone. Los osos pandas “evolucionaron” de ser carnívoros
a ser vegetarianos, lo cual en términos energéticos resulta nefasto. Pero el
despropósito no termina ahí, pues decidieron comer exclusivamente una de las
plantas con menor poder calórico de la naturaleza: el bambú. Debido a su rápido
crecimiento, el bambú está compuesto por agua e hidratos de carbono, sin apenas
proteínas. Los animales necesitan proteínas, por lo que deben procurárselas en
su dieta. Así, se conjuga que estos animales tienen un sistema digestivo
pobremente adaptado a alimentarse de vegetales y a que su dieta es desastrosa,
con lo que se pasan la inmensa parte del día comiendo. Por si esto fuera poco,
las hembras tienen dos crías y en la naturaleza únicamente se encargan de una,
condenando a la otra a morir. ¿Se puede ser más desastroso? Pues sí, ya que la
principal causa de muerte de las crías es que las madres las aplasten por
descuido. Criar a estos animales en cautividad es un desvivir, los cuidadores
deben intercambiar discretamente a las dos crías para que la madre cuide a
ambas. A todo esto hay que sumarle que es uno de los animales que más muertes
provocan en zoológicos, porque son muy monos y parecen inofensivos pero siguen
siendo osos.
Total, sacamos un par de fotos a los osos panda mientras
comían y nos fuimos del zoo. Regresamos a la estación donde habíamos quedado
por la mañana y almorzamos en otro restaurante cercano. Este estaba
especializado en noodles, pero tenían una carta sorprendentemente extensa de
los mismos. Me pedí unos con tomate y carne asada, que fue de las más
deliciosas que he probado hasta ahora. Tras la cena estuvimos hablando de la
situación política en China. Fue muy útil que ambos habláramos español, pues no
tuvimos que preocuparnos que alguien estuviera escuchando y pudimos hablar con
franqueza. El nombre de Orwell salió varias veces a lo largo de la conversación,
a partir de eso podéis adivinar el resto. Aunque, como me decía Victoria, aquí
la gente está demasiado preocupada con pagar las facturas y el alquiler como
para meterse en temas políticos. En cierto modo se parece a la situación de
España, supongo… claro que en España la mayoría de los problemas derivan de la
mala gestión del gobierno y la gente debería interesarse más. En China no hay
mucha opción de cambio, al menos por ahora.
Tras la agradable cena nos despedimos y cada uno se marchó
por su lado.
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